Mirar al abismo

Cuando nos enfrentamos a problemas complejos, los seres humanos muchas veces nos vemos tentados a asumir visión de túnel.
Es decir, nos concentramos exclusivamente en lo que identificamos como una solución, sin tomar en cuenta todas las cosas que trae aparejadas.
Es importante evitar esta tentación si queremos ser exitosos a largo plazo porque el precio de una decisión insuficientemente ponderada puede resultar más alto que el que se busca evitar.
Todo indica que los dominicanos estamos en un momento en el cual se nos ha presentado esa tentación. La seducción de las soluciones mágicas y la confusión entre la arbitrariedad y la eficacia están haciendo mella en nuestra capacidad para analizar el resultado de nuestras acciones y las consecuencias que acarrearán.
Ceder al populismo -o, más precisamente, a la demagogia- es un error grave que no nos traerá nada bueno. Es cierto, y lo he dicho hace años en esta columna, que es necesario que asumamos la migración con orden, claridad de propósito y sujeción al ordenamiento jurídico. La irregularidad de los migrantes no conviene más que a quien los explota, y la mayor parte de los dominicanos no lo hacemos.
En el mismo sentido, es necesario que contemos con un sistema de seguridad ciudadana eficaz, eficiente y efectivo.
Pero parece que, poco a poco, nos hemos ido dejando vencer por la espectacularidad de las acciones irreflexivas.
Pero luego viene el precio. Ocurren cosas como que un alcalde que ganó la reelección por menos que un puñado de votos no sólo busque notoriedad haciéndose videos en los que expulsa a menores de edad de un parque, sino que reprocha a quienes le exigen someterse a la ley.
Y es que no se pueden ignorar los problemas que traen esas soluciones fáciles. Por ejemplo, no es posible analizar el aparente éxito en controlar la delincuencia en un país en el que esos programas incluyen persecuciones a la prensa, a la oposición, a los ciudadanos críticos y hasta a jueces. Lo aparentemente bueno de esos modelos trae indefectiblemente lo malo.
Sí, hay peligro en seguirlos.
Estuvo acertado Nietzsche cuando dijo que quien lucha contra monstruos debe cuidar de no convertirse en uno, porque cuando se mira fijamente al abismo, el abismo también mira dentro de uno.