Hemos leído un artículo de un reconocido columnista del periódico “Hoy” en el cual defiende la decisión que tomó el Presidente con respecto a loma Miranda. Bien. Mueve a curiosidad que hasta admita que trabajó para la Falconbridge durante muchos años. Es penoso, entonces, que no logre ver cómo su tesis está de antemano prejuiciada a favor de las compañías extractoras.
A juicio del reputado articulista, la Falconbridge llevó trabajo, desarrollo y hasta esparcimiento a Bonao. Jamás hemos visto exactamente tal bonanza, pero sí la franca destrucción de las lomas La Peguera, Ortega y Caribe, un daño irreversible para su equilibrio ecológico.
Cada vez que hemos pasado por ese pueblo nos extrañaba la gran miseria que había, pese a tener una industria tan importante en su suelo.
El periodista, que fue su relacionista público, llega al absurdo de mencionar unas medallas que se les entregaban a los jóvenes como una manera de establecer buenas relaciones con la comunidad. ¡Como si una medalla les llenara el estómago vacío!
Cuando el columnista y otros como él hablan de los ambientalistas, no hacen más que insultarles, aplicarles epítetos poco halagadores y llamarles terroristas.
Arguye que están en contra del desarrollo del país. Entienden que de no explotarse loma Miranda el país espantaría las inversiones extranjeras y se caería a pedazos. De ser así, ¿creerían ustedes que empresas transnacionales en nuestro territorio estuvieran tan interesadas en la explotación minera sin antes estar muy seguras de que estas les reportarían los más grandes beneficios?
La primera vez que visitamos La Romana, con su Casa de Campo y Altos de Chavón, constatamos que en una zona tan importante en términos de turismo, el pueblo -también en un gran contraste como en Bonao- todavía permaneciera sucio y pobre.
Nadie invertiría en países otrora llamados del Tercer Mundo (ahora se denominan “países en vías de desarrollo”, que es como el neoliberalismo encubre sus diabluras en ellos) si no les sacara el noventa y nueve por ciento de las ganancias.
De repente, una batería de periodistas ha llenado de artículos los periódicos nacionales en los que se elogia la figura del Presidente, y hasta se refieren a él como un “gran estadista” por su histórica decisión tomada sobre loma Miranda.
El mandatario a través de uno de sus ministros ha informado que el Gobierno no aceptaría presiones callejeras, por lo que de una vez acordonó el Palacio con policías.
Se trata de la común reacción de los gobernantes neoliberales cuando el pueblo abre su boca: echarle encima los perros.
No hay duda de que los políticos neoliberales se burlan de los pueblos y los desprecian porque son aliados del gran capital, que solo puede despreciar a los pobres y desamparados, pues les complican su idílica existencia.
A título de ejemplo, un detalle que salió recientemente del libro de la examante de François Hollande, Valérie Trierweiler, revela que el presidente francés rechaza los pobres y que hasta se mofa de ellos en privado llamándoles “desdentados¨. ¡Y eso, que se reputa como socialista!
La República Dominicana como país ha existido aproximadamente doscientos años y existió mucho antes que esa fecha como lugar geográfico de gran atractivo: ¿acaso piensan ustedes que ahora va a desaparecer si una de sus lomas no se explotara?
Inmediatamente después que el Presidente observara la ley sobre loma Miranda parque nacional anunció las bondades del clima de seguridad para las inversiones en este país, una “delicatesen”, esta, por cierto, solo apta para los paladares más selectos.