Una mirada integral del femenicidio, que es uno de los males contemporáneos más alarmantes de nuestra sociedad debido a las tremendas perturbaciones y los daños humanos, familiares, morales y emocionales que ocasiona, lleva a visualizar los factores vinculados a la cultura machista reinante y al modelo socio-económico y político en que el hombre manda, preside y decide, como causa fundamental del fenómeno.
Hay que considerar, sin embargo, que no todos los hombres del país, aun formados en la referida cultura y dentro del señalado modelo, actúan o actuarían reproduciendo el abominable acto feminicida. Esto conduce, entonces, a la necesidad de tratar de incorporar al enfoque del fenómeno otras causales confluyentes que parecen propias de otras áreas de la realidad.
Pienso, a la vez que me pregunto, si un hombre sin madurez emocional, que recibe un no consistente y reiterado de una mujer a la que cree un objeto de su propiedad, puede experimentar un trastorno depresivo que lo conduzca al feminicidio.
Pienso y me sigo preguntando si el que asesina a una mujer que ha sido su compañera, novia, esposa o concubina con la que ha procreado hijos, lo hace porque tiene un grado de anormalidad o patología psíquica, cuyo alcance o nivel lo induce a caer en el feminicidio.
Los hechos y fenómenos de la realidad siempre tienen diversas aristas o dimensiones, lo cual plantea la conveniencia de recurrir a un enfoque interdisciplinario.
En mi consideración, en el hecho del feminicidio confluyen elementos de carácter sociológico, psíquico, antropológico, jurídico, político, educativo, ético y moral. De ahí que creo que para que se pueda “agarrar el toro por los cuernos”, es imprescindible el análisis interdisciplinario que recoja los distintos puntos de vistas y su cooperación.
La fatal ocurrencia de los actos de feminicidios tiene que parar, y su enfoque y abordaje tienen que ser vistos como parte de la estrategia nacional de desarrollo. Una sociedad en que hombres matan a sus mujeres es una sociedad en que reina el atraso.
El mal del feminicidio tiene que ser atacado por varios flancos a la vez: con grandes campañas que promuevan valores no machistas y el respeto a la mujer, que incentiven la necesidad de buscar la resolución de los conflictos hombre-mujer mediante procedimientos racionales.
Por su parte las decisiones judiciales deben sancionar drásticamente la agresión a la mujer y hacer realidad la impunidad cero.
La escuela y el hogar juegan un papel estelar y estratégico en relación a la problemática aquí tratada. Ambos deben ser escenarios para que los adultos rechacen diferencias y discriminaciones respecto a chicos y chicas, y para educar en el respeto y la igualdad.
El camino puede ser largo, comencemos ya.