Se dice por ahí que el béisbol es el deporte nacional por excelencia. Discrepo de esa apreciación. Creo, en cambio, que lo que más entretiene a los dominicanos, especialmente a los políticos y los funcionarios, es inventar extravagancias.
Un buen ejemplo de ello es el invento de los llamados “diputados nacionales” y “diputados de ultramar”, para representar en el Congreso Nacional a los que no lograron representación en las urnas.
Ahora se habla de abrir en la frontera dos oficinas dependientes de la Cancillería, como si fuera necesario tener personal diplomático “in situ” para negociar, en esta época de comunicaciones virtuales más veloces que las de persona a persona.
Pero ¿qué mejor invento para no hacer nada que el Ministerio de la Juventud, a la cabeza de innumerables dependencias oficiales que solo sirven para alimentar la burocracia?
Ahí tenemos también al director y los empleados de Corde, y muchos otros ejemplos de entidades e instituciones fantasma como las arriba citadas, con las que se podría crear un activo Ministerio de Invenciones Inútiles, que, de paso, solo le costaría una billonada cada año al pobre y sufrido pueblo dominicano.