Se divulgó recientemente que el señor Warren Buffet, quien ha encabezado la lista de los más ricos del mundo en varias ocasiones, vio crecer su fortuna ganando 37 millones de dólares diariamente a lo largo de 2013. Es algo que a nosotros los mortales comunes nos cuesta trabajo imaginar.
A quien no le debe causar nada de asombro la forma como crece el dinero en las arcas de Buffet es al nombrado Bill Gates, el millonario filántropo fundador de Microsoft, quien, por su parte, agregó este año once mil millones de dólares a su fortuna personal.
Para tener una idea gráfica de la magnitud del patrimonio de Bill (así le llamamos sus amigos), permítaseme recordar algunas comparaciones realizadas por el periódico “The Wall Street Journal” hace algunos años, pero que han sido superadas por él mismo desde entonces para acá.
Se ha calculado que si este buen señor decidiera repartir su fortuna entre todos sus compatriotas norteamericanos (Estados Unidos tiene 316 millones de habitantes) les tocaría aproximadamente a 140 dólares por cabeza.
Con todo su dinero, Gates podría comprar todas las casas de Alaska, Wyoming y las dos Dakotas.
Si comparamos la fortuna de Gates con la de un ciudadano común, lo que gasta éste en ir al cine con su mujer, equivaldría a que Gates gastara diez millones de dólares en cualquier caprichito.
El tiempo del señor Gates vale tanto, que se estima que él perdería dinero si se detuviera unos segundos para recoger del suelo un billete de mil dólares.
Si su fortuna estuviera en billetes de un dólar, se necesitarían 296 aviones Boeing 747 para trasladarla de una ciudad a otra. Y si se extendieran esos billetes en el suelo, cubrirían a todo Manhattan, no una, sino seis veces.
Se dice, finalmente, que la fortuna de Gates vale tantos dólares como años tiene el Universo, al cubo.
¿Comprende usted, ahora, por qué Gates no tiene por qué asombrarse al enterarse de que Buffet se ha ganado 37 millones de dólares diariamente, durante 2013?
