La temporada de Sacramento Kings ha superado todo tipo de expectativa y luego de años de cambiar entrenadores a un ritmo alarmante, la franquicia californiana por fin parece haber encontrado a su hombre. A punto tal que Mike Brown fue elegido como el Mejor Entrenador del Año, en una nueva entrega de los premios NBA a lo más destacado de la Fase Regular 2022-2023.
Pero ¿cómo fue exactamente que Brown pudo llegar a esa distinción, tras estar seis años alejado del rol de entrenador principal? La respuesta aparece en su pasado reciente.
Brown se hizo un nombre como entrenador principal a mediados de los 2000, como el coach de los Cleveland Cavaliers de LeBron James, con los que llegó incluso a las Finales en 2007 (barrido por los Spurs). Sin embargo, tras la primera salida de LBJ de Cleveland, su carrera había entrado en caída libre: tuvo un paso poco feliz por los Lakers (despedido tras solo cinco partidos en su segunda temporada) y tampoco le fue bien en su regreso a los Cavaliers (récord de 33-49 en la 2013-2014).
El retorno de Brown a la NBA se dio de la mano de los Golden State Warriors, como asistente de Steve Kerr a partir de la 2016-2017. Allí trabajó durante seis años hasta finalmente ser el elegido para comandar a los Kings en la 2022-2023.
Lo cierto es que Brown nunca se había destacado por ser un entrenador ofensivo; más bien, todo lo contrario. Su reputación estaba en el otro costado del campo, mientras que los ataques de sus anteriores conjuntos rara vez figuraban entre las mejores de la liga. Incluso habiendo dirigido a leyendas como LeBron James, Kobe Bryant o Pau Gasol.
Fue esa falta de innovación y creatividad ofensiva la que le costó su trabajo como técnico NBA. Y fueron justamente esa innovación y creatividad las que ahora le han dado su premio como el mejor de la actual campaña.
Es que Sacramento no solamente terminó como el mejor promedio anotador de la liga (120,7) y el mejor rating cada 100 posesiones (119,4), sino que además lo hizo sin superestrellas (De’Aaron Fox y Domantas Sabonis suman apenas cuatro All-Stars entre ambos) y con un estilo singular, que parece haber salido directamente de su etapa en Golden State.
Movimiento sin balón, múltiples tiradores, hombres grandes asistidores y, por sobre todas las cosas, una jugada en particular en la que ambos equipos se destacan: el hand-off o mano en mano.
Sacramento es el equipo que más recurrió a esa jugada en la actual temporada: 10,2 posesiones y obtuvo 10,9 puntos por dicha vía por partido, por lejos la mejor marca de la NBA. ¿El segundo en puntos? Golden State, con 8,1.
Brown tomó lo aprendido con Draymond Green y lo utilizó para poner en ese rol de interior facilitador a Domantas Sabonis, quien promedió nada menos que 7,3 asistencias en la Fase Regular. Muchas de ellas, por esa vía del mano en mano. Incluso sin tener a los Curry o Thompson con los que sí cuenta Draymond.
Draymond-Klay por el otro. Jugadas simples, pero súper efectivas cuando se tiene a los jugadores correctos.
Sacramento también terminó como el quinto equipo con más triples intentados y el tercero en asistencias, todas marcas registradas de los Warriors de Kerr.
El paso por Golden State parece haberle dado el último ingrediente que le faltaba a Brown para ser considerado un gran entrenador. Una ofensiva moderna, dinámica e impredescible, en la que cualquiera de sus cinco titulares puede driblear, lanzar, penetrar o asistir. Una configuración que viene siendo ejecutada a la perfección y que tiene entre las cuerdas a su propio maestro, en los actuales Playoffs.