Migración no tiene control de nada

Migración no tiene control de nada

Migración no tiene control de nada

La Dirección General de Migración se ha convertido en un elefante blanco en cuyo seno no se resuelve nada que beneficie al país, desde el punto de vista migratorio, porque mientras más operativos de repatriación anuncia, más inmigrantes indocumentados vemos en estas calles y avenidas de Dios.

Los dominicanos ya no tenemos espacio para dormir, para ir de compras, para conducir en las calles y avenidas ni para caminar por las aceras y contenes que se construyen con los impuestos que pagamos. Todo está repleto y la acción de las autoridades no se siente para nada.

Los haitianos, por ejemplo, tienen ocupadas las construcciones, los callejones de los barrios en todo el país, las calles y avenidas y hasta los semáforos y puentes peatonales, ante la mirada indiferente de quienes deben velar por el correcto desempeño de las cosas en esta nación fundada por Duarte, pero para quien la quiera.

La Dirección de Migración, institución prevista de disposiciones especiales, una Ley que se lo permite todo y un reglamento moderno, no ha sido capaz de cumplir con aspectos elementales en la regulación del desorden migratorio que nos ahoga.

Los chinos aparecen también hasta en la sopa y ahora tenemos a colombianos, venezolanos, salvadoreños y de otras naciones en conflicto, que entran como dueños por sus casas, pero nunca regresan a su lugar de origen.

Lo poco que producimos como país se consume rápido y con reposición lenta, las divisas cada vez más escasas, las construcciones que se levantan dejan muy pocos recursos al Estado porque pagan una obra de mano abusiva y barata a personas que no cotizan a la Seguridad Social, que no cumplen con Impuestos Internos, no pagan electricidad, agua ni servicio público alguno.

Con este juego que incluyen a supuestos inversionistas diversificados en toda la geografía con facilidades que los criollos no tienen, pero cuyas ganancias se van en dólares a sus respectivos países, nos colocan en una situación marcadamente difícil. Parece que no nacimos para ser libres, sino eternos esclavos de los que llegan.

Como dominicano estoy harto y cansado de tantos abusos contra un pueblo que no tiene dolientes, pero más me molesta la confabulación de autoridades y ciudadanos sin consciencia que se suman a este juego sucio, muchas veces por unas cuantas monedas, sin pensar en que el país debe estar por encima de todos y de todas las cosas.

Me permito hacer un llamado a las autoridades para comiencen a cumplir con el mandato de la Ley que, es muy clara y precisa, que sólo requiere de funcionarios patriotas, que la hagan cumplir.



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