De repente, a seguidas del tema de la pandemia del Covid y la cuestionada tercera vacuna, se asoma en el horizonte de nuestros temores el fenómeno de la inflación.
Tras haber vivido más de década y media con unos niveles de precios relativamente bajitos, el mundo se sacude y en pocos meses se producen alzas importantes en bienes primarios al igual que terminados, incluyendo alimentos agrícolas, fletes y el propio hidrocarburo que mueve el mundo.
Estos incrementos desordenados de precios se producen en momentos en que nuestro país experimenta altos niveles de liquidez y su subsecuente medio circulante provocados por una política económica de corte keynesiano motivando una recuperación de la actividad económica.
La mezcla de los aumentos de precios en el escenario internacional, con una alta disponibilidad de dineros en la economía, aumentan los actuales niveles de inflación.
Debe tenerse claro que, aunque hemos llegado a una inflación en números de doble dígitos, o sea del 10 y 11%, aun es una cifra muy manejable. Muchos de los aumentos de precios de carácter internacional se le atribuye a la reposición de escasez de bienes que produjo la pandemia y que pronto se habrá de superar y los precios habrán de descender, aunque no a los niveles a que estábamos acostumbrados.
En el caso del país y su alta liquidez, el gobierno se prepara en firme para introducir una reforma fiscal que aumente sus ingresos ordinarios.
Para iniciar dicho proceso, recién se emitió un decreto para controlar los gastos estatales, que obviando el que se debió emitir el primero día del nuevo gobierno, es una señal en el camino correcto.
Está por verse porque ruta vendrá la reforma: impuesto universal, plataformas digitales, menos exenciones e incentivos, o una combinación de todo lo anterior.
No debemos tenerle miedo a la inflación actual sino la decisión de enfrentar su presencia coyuntural con medidas puntuales y provisionales que amortigüen los aumentos internacionales, continuar la racionalización del aparato publico y prepararnos para la reforma fiscal que nos habrá de venir.