Mi perplejidad ante el apoyo de la ONU a Haití

Mi perplejidad ante el apoyo de la ONU a Haití

Mi perplejidad ante el apoyo de la ONU a Haití

El abogado y escritor, Carlos Salcedo. Fuente externa

Ojalá tengo éxito la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití, aprobada por la ONU. Es un reiterado intento de pacificación de un país tomado por grupos armados, responsables de innumerables secuestros y delitos graves. Razones de peso me llevan al escepticismo.

La Policía Nacional haitiana no puede hacer el trabajo que demandan las circunstancias de dicha nación. La policía tiene solo 10 mil agentes para enfrentar la pandelincuencia, es altamente corrupta y sin capacidad operativa ni de gestión del conflicto social, económico y político de Haití.

A esto se suma la débil legitimidad del primer ministro y de las demás instituciones gubernamentales, producto de la inestabilidad política. Hay que añadir también la inseguridad alimentaria aguda que, unida a las grandes catástrofes naturales y a sus ancestrales y complejos problemas religiosos y culturales lo mantienen en una situación de suma fragilidad.

Además, a la actual misión aprobada por la ONU le antecedió la Misión de Estabilización de la ONU en Haití (MINUSTAH) establecida el 1 de junio de 2004 luego del golpe de estado practicado por pandilleros contra el gobierno del presidente Jean Bertrand Aristide.

Ello sucedió mientras el país luchaba contra la violencia desenfrenada de las pandillas y el país establa paralizado, políticamente hablando. Sin restarle el impacto del devastador terremoto que sacudió a Haití en 2010, a consecuencia del que murieron más de 220,000 personas, dicha misión duró 13 años -hasta el año 2017- y, aunque logró algunos niveles de seguridad y estabilidad, no pudo contribuir, con la pequeña Misión de Mantenimiento de la Paz que dejó la ONU, a garantizar el fortalecimiento de las instituciones del estado de derecho.

Si con las anteriores misiones la ONU no logró pacificar a Haití ni impedir que los grupos criminales conformaran un estado paralelo, no creo que lo logren ahora.

La razón para mi desesperanza optimista es que los grandes problemas haitianos pasan por el enanismo intelectual del liderazgo haitiano, así por su nivel de complicidad con dicho estado de cosas, más la tibieza y la tardía y limitada colaboración internacional.

Ojalá me equivoque, por producirse la disminución de grupos criminales de Haití en, al menos, en el mediano plazo. Un año para apoyar a la policía haitiana y solo 1,000 efectivos me mantendrán en un estado de perplejidad por un buen tiempo.



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