La oposición al aprovechamiento de loma Miranda por parte de Falconbridge es explicable, más que por el rechazo de ambientalistas bien intencionados, como consecuencia de una pésima gestión de relaciones de la empresa minera con la comunidad.
No siempre fue así. En Bonao y pueblos vecinos la minera logró hace varias décadas una gran aceptación por sus proyectos sociales, buena gestión ambiental e inteligente gestión. Sus relaciones públicas eran excelentes y el liderazgo de Bonao era su mejor aliado.
Lamentablemente la empresa se descuidó y sus ejecutivos lograron un nivel tan peligroso de indefensión e impopularidad que a veces parece carecer de dolientes.
¿Cómo desperdiciaron tantas décadas de involucramiento social para que ahora casi nadie les defienda en su propia comunidad? ¿Cómo llega un gigante corporativo a mendigar apoyo de gremios empresariales? La mala gestión social, además, incordia al Gobierno poniéndolo en una incómoda e inmerecida posición, que dificulta ayudar.
La humareda negra es casi permanente; las cicatrices en lomas visibles desde lejos afean su entorno. ¿Será que tiraron la toalla?