¿Merece Ovando ser pateado por «El Caballo Mayor»?

¿Merece Ovando ser pateado por «El Caballo Mayor»?

¿Merece Ovando ser pateado por «El Caballo Mayor»?

Ricardo Vega.

La elección del nombre para una calle no debe ser un acto trivial. En los últimos años la toponimia urbana ha cobrado especial relevancia porque ha sido convertida en espacio de control del relato histórico y la memoria colectiva.

Estos nombres perpetúan, recrean y realzan acontecimientos y hazañas históricas. A través de ellos, a la misma vez, se reconoce o resalta aportes trascendentales.

Los odónimos son como las marcas de los productos de consumo. Se alojan en la memoria colectiva. Los productos lo hacen a través de la publicidad y el mercadeo. Las calles por medio del uso constante y las vivencias.

Esta vigencia le concede la cualidad para ser imperecederos. Sin embargo, por conveniencia política, o para reflejar una época más relevante y contemporánea, a veces sus nombres son cambiados. ¿A dónde va a parar el hecho o la personalidad que representan? Pero como la gente ya tiene enraizado el nombre original en la memoria, se sigue usando. Aunque se decrete lo contrario.

A casi un siglo de existencia el hospital infantil Robert Reid Cabral sigue siendo «El Angelita». Al igual que el AILA. No ha dejado de ser el Aeropuerto Las Américas. A pesar de ser nombrado Aeropuerto Internacional José Francisco Peña Gómez (1998).

En la Roma de los césares las calles carecían de nombres. La orientación se basaba en puntos de referencia, olores y sabores. Confusión y dificultades.

Al valor del simbolismo se le suma la importancia que representan para funciones institucionales, como el correo, los taxis, con o sin el uso del Posicionamiento Global (GPS).

Modificar o trasladar el nombre de una vía comúnmente genera desacuerdos y controversias. Demanda ser un acto certeramente ponderado.  Tal vez tamizado por la consulta pública.

Un proyecto legislativo busca sustituir el nombre de la avenida Nicolás de Ovando por el de Juan de Dios Ventura Soriano (Johnny). Desplazar una estampa colonial con una contemporánea.

Los méritos, aportes e influencia de «El Caballo Mayor» están latentes. Tanto así, que aún después de partir de este mundo (2021) su música sigue alegrando a la población. Ventura puso su talento al servicio de la libertad, defendió a capa y espada la Constitución, los recursos naturales y las acciones sociales hacia los menos pudientes. Irrefutable.

Al pasar el otro lado de la página histórica figura un Nicolás de Ovando al que se les endilgan  huellas nefastas. Acusado de manchar las manos con sangre indígena, de primer dictador del nuevo mundo y precursor de la Encomienda.

Sin embargo, reseña la historia, el gobernador de las Indias Occidentales fue quien trasladó y reconstruyó la ciudad de Santo Domingo. Desde la primera calle (Las Damas). Además de fundar Santa Cruz de Icayagua del Seibo, Cotuí, Yáquimo y Puerto Plata. (siglo XVI)

¿Por qué desvestir un santo para vestir otro? ¿Cómo quedará nuestra historia? ¿No se le puede crear una avenida, monumento, plaza, paseo o boulevard al «Caballo Mayor»?

Si el asunto no es meramente de interés y proyección política.

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