A cierta enfermiza parte de la oposición le fascina difundir métricas o estadísticas acerca de cualquier asunto que denigre o muestre cuán mal estamos los dominicanos.
Olvidan que, igual a cómo puerilmente acusan a las autoridades de falsear informaciones, gente sensata duda de cuanto burdamente oscurecen notorios opositores mentirosos, frecuentemente de fuentes dudosas. Algunas realidades ajenas a encuestas, cifras econométricas o estudios, revelan mejor que cualquier opinión interesada el real estado de nuestra república.
Una es cómo difamadores y chantajistas emplean las redes y medios de prensa para vaciar pus de su pudrición espiritual, sus resentimientos sociales o sus problemas psicológicos. Cuando usted lee ciertas penosas letanías ininteligibles, tan repulsivas como un cadáver picoteado, puede entender cómo bullen sentimientos y pensamientos dentro de algunos pobrecitos cacoerrolas.
Igualmente hay otras mentiras burdas como presentar un acto de alguacil tal si fuese una citación de un juez, para escurrir el bulto al tema en cuestión. En fin, al bocineo oposicionista debemos temerle tanto como al gubernamental ¡Cuántas azarosas mentiras volando como flechas envenenadas!
