“Algunas personas son tan falsas que ya no son conscientes de que piensan justamente lo contrario de lo que dicen”, sostuvo Marcel Aymé, dramaturgo francés.
Mentir se ha convertido en una práctica cotidiana entre los falsos hombres y mujeres. No obstante, hay que alejarse de ese mundo, asumiendo que cuando mejor es uno, tanto más difícilmente llega a sospechar de la maldad de los otros.