Memorias del subdesarrollo

Memorias del subdesarrollo

Memorias del subdesarrollo

Transición y alternabilidad. Los términos han tenido un tránsito circular, desde la caída de la dictadura, en boca de políticos y representantes de la sociedad civil en nuestro país, donde el continuismo es asunto genético y se proyecta en lo público y lo privado: aquí nadie se retira.

En su función referencial o representativa, transición y alternabilidad se activan más en tiempos de campaña y se plantean como razones en sí mismas para el reemplazo de quienes detentan el poder, ya sea dirigiendo la nación, los gobiernos locales y hasta a aquellos situados en las funciones legislativas con repetición.

Transición es un significante en descrédito, porque las transformaciones política, institucional y económica que debimos acometer, desde que se supo que el sátrapa era un cadáver en el baúl de un carro, siguen pendientes. Los intentos y amagos han sido paradigmas de la frustración.

De esa manera nos hemos hecho especialistas en engavetar reformas, solapar los pactos, acomodar el cumplimiento de estrategias y aplicar las leyes según convenga, comportamientos muy adecuados al pensamiento del protagonista de la clásica película cubana ‘Memorias del subdesarrollo’: “En el subdesarrollo nada continúa”.
Alternabilidad, un término tan hueco como manido, salta de labio en labio y es una manía en políticos ‘snobs’, con delirio de grandeza, pero sin aportes ni construcciones, soñadores convencidos de que el poder es una lotería o algo que les toca porque sí.

No sé qué alternabilidad se invoca en una cultura política con partidos en los que no hay movilidad, con talentos yugulados por estructuras dirigenciales eternizadas, que operan como muros de contención para que los jóvenes envejezcan esperando un relevo que nunca llega.

Vemos cómo el patrimonio histórico, el legado de algunas organizaciones políticas son lanzados al basurero para convertir las siglas en fuentes de negocios espurios.

¿Es posible construir desde ahí la alternabilidad? En hechos que resultan inenarrables, gente de “la oposición” vive a la sombra del Gobierno, está en nómina, en consultoría con pagos opíparos, recibiendo favores y facilidades para negocios. ¿Eso da paso a la alternabilidad?

Sin lanzarse a las calles a trabajar con los ciudadanos, ni esforzarse estudiando las intríngulis del Estado o estructurar un proyecto de nación creíble, comprensible y viable, la alternabilidad es una simple aspiración que se reduce al “quítate tú para ponerme yo”, llevando al país a los mismos errores, al mismo atascadero y, quizás, a la regresión.



Victor Bautista

Máster en Dirección de Comunicación OBS/Universidad de Barcelona. Egresado de la UASD como licenciado en comunicación. Ha sido alto ejecutivo de medios impresos, de TV e internet. Actualmente es socio director de Mediáticos Consultores de Comunicación.

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