Santo Domingo.- Tras cumplir un papel protagónico en la Guerra de Independencia que tuvo lugar la noche del 27 de febrero de 1844, Matías Ramón Mella realizó diversas funciones civiles y militares designado por Pedro Santana, pero ante la Anexión a España en 1861 Mella se adhirió a los restauradores.
Al conmemorarse el Bicentenario del nacimiento del prócer dominicano, el historiador José Antinoe Fiallo Billini explicó que «Mella dilucidó por los cargos que desempeñaba, pero cuando se produce la Anexión a España se produce una definición clara departe de él a favor de la Guerra de la Restauración».
«El patriota pasó a ocupar una de las más importantes funciones en la dirección de la guerra y le corresponde él elaborar el «Manual de la guerra de guerrilla» para enfrentar el poder español y naturalmente a la herencia política de Santana», manifestó Fiallo Billini.
Mella demostró que realmente era conocedor de los asuntos militares cuando se inicia la Guerra Restauradora y a este movimiento se incorporó confiándosele importantes misiones.
«Este Padre de la Patria atravesó por un proceso muy complejo y luchó dando una muestra de que con sus propias experiencias podía elaborar una visión de una guerra de guerrillas, combinando elementos políticos y militares», argumentó el historiador.
Fiallo Billini asegura que aunque Mella no logró ver finalizada su obra debido a su fallecimiento, este valiente patriota dejó como legado el referido manual de la guerra donde enfoca aspectos políticos de cómo obtener una victoria utilizando una serie de recursos sencillos.
Durante la restauración fue designado Ministro de la Guerra y elaboró un manual de guerra de guerrillas en enero de 1864.
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Por su importancia y transcendencia te presentamos de forma íntegra el «Manual de la guerra de guerrillas:
“1.- En la lucha actual y en las operaciones militares emprendidas, se necesita usar de la mayor prudencia, observando siempre con la mayor precaución y astucia para no dejarse sorprender, igualando así la superioridad del enemigo en número, disciplina y recursos.
2.- Nuestras operaciones deberán limitarse a no arriesgar jamás un encuentro general, ni exponer tampoco a la fortuna caprichosa de un combate la suerte de la República; tirar pronto, mucho y bien, hostilizar al enemigo día y noche, y cortarles el agua cada vez que se pueda, son puntos cardinales, que deben tenerse presentes como el Credo.
3.- Agobiarlo con guerrillas ambulantes, racionadas por dos, tres o más días, que tengan unidad de acción a su frente, por su flanco y a retaguardia, no dejándoles descansar ni de día ni de noche, para que no sean dueños más que del terreno que pisan, no dejándolos jamás sorprender ni envolver por mangas, y sorprendiéndolos siempre que se pueda, son reglas de las que jamás deberá Ud. apartarse.
4.- Nuestra tropa deberá, siempre que pueda, pelear abrigada por los montes y por el terreno y hacer uso del arma blanca, toda vez que vea la seguridad de abrirle al enemigo un boquete para meterse dentro y acabar con él; no deberemos por ningún concepto presentarle un frente por pequeño que sea, en razón de que, siendo las tropas españolas disciplinadas y generalmente superiores en número, cada vez que se trate de que la victoria dependa de evoluciones militares, nos llevarían la ventaja y seríamos derrotados.
5.- No debemos nunca dejarnos sorprender y sorprenderlos siempre que se pueda y aunque sea a un solo hombre.
6.- No dejarlo dormir ni de día ni de noche, para que las enfermedades hagan en ellos más estragos que nuestras armas; este servicio lo deben hacer sólo los pequeños grupos de los nuestros, y que el resto descanse y duerma.
7.- Si el enemigo repliega, averígüese bien, si es una retirada falsa, que es una estratagema muy común en la guerra; si no lo es, sígasele en la retirada y destaquen en guerrillas ambulantes que le hostilicen por todos lados; si avanzan hágaseles caer en emboscadas y acribíllese a todo trance con guerrillas, como se ha dicho arriba, en una palabra, hágasele a todo trance y en toda extensión de la palabra, la guerra de manigua y de un enemigo invisible.
8.- Cumplidas estas reglas con escrupulosidad, mientras más se separe el enemigo de su base de operaciones, peor será para él; y si intentase internarse en el país, más perdido estará.
9.- Organice Ud. dondequiera que esté situado, un servicio lo más eficaz y activo posible de espionaje, para saber horas del día y de la noche el estado, la situación, la fuerza, los movimientos e intenciones del enemigo.”