En los “Cuadernos de la frontera” el maestro petromacorisano doctor Freddy Miguel Prestol Castillo nos lega el extraordinario informe “Paisajes y meditaciones de una frontera” (1981), sobre la historia de la penetración de inmigrantes haitianos.
Tres etapas de la migración, brillantemente narradas.
Pero ahora nos toca la inmediatez del problema, y todos se han polarizado sobre la construcción o no de un muro.
Incluso se recogen firmas para ello y se oyen anatemas por el caso del secuestro a unas figuras muy distinguidas del lado dominicano.
Cualquiera puede meditar sobre la frontera con Haití, incluso produciendo un campo de oposiciones diversas, “intercambiables”, “en blanco y negro”, “bien y mal”, “superioridad e inferioridad”. Nuestra frontera se basa en que siempre representa un incidente, a veces de sangre, a veces de tráfico humano, a veces de sentimientos nacionales; en fin, siempre es un triste espectáculo.
Esta situación parece de enfrentamiento, por lo ocurrido en la carretera Internacional, contrario a los que se asustan de la llegada del peligro y de la falta de controles, hay que valorarlo como una oportunidad.
Por eso, así como lo veo, hay que abocarse a la solución de la frontera, un problema internacional que debió ser visto siempre como de corte nacional.
Problema este que permanece estancado, pues quienes están interesados en plantearlo, no son sus mandatarios, sino la base de la población.
Y es un asunto de arriba, al más alto nivel; es una decisión ejecutiva que hay que realizarla con mucho respeto al pueblo haitiano, a la soberanía de ambos países.
Es conveniente el uso de ideas del avance tecnológico para nuestra concepción del progreso, de civilización y de modernidad. Sería un error construir un muro; es mejor construir una cerca perimetral, porque no deja fuera el uso de herramientas tecnológicas; estas dos líneas perimetrales separadas por un espacio de 500 metros, con minas terrestres sobre toda esa larga línea fronteriza, puede lograr que no se produzcan contactos con los nacionales vecinos; ambos países se comprometen a vigilar sus fronteras desde una distancia que ahora los separa, con sus soldados apostados y sus drones, y esos medios modernos de ahora.
Se va a necesitar innovación para transformar nuestro país, y no vamos a poder hacerlo con un muro que va dar origen a túneles, a corrupción y otros desvaríos.
Este modelo no es el de Corea del Norte ni el de la base de Guantánamo, en Cuba, ni será igual a otros países; es lo más cercano al desarrollo, según las reglas de estos tiempos.