Después de las publicaciones de la ´Distribución geográfica del crimen´ (provincia Este) y de las ´Ligeras apuntaciones e interpretaciones del delito en la frontera sur´ (provincia Bahoruco), del recordado doctor Freddy Miguel Prestol Castillo (1914-1981), un amigo, el historiador Roberto Cassá Bernaldo de Quirós, me obsequió una copia del informe escrito por el maestro y jurista petromacorisano, intitulado ´Paisaje y meditaciones de una frontera´, para que pueda completar la trilogía de las obras que dedicó a la criminología dominicana, de la que él , sin duda, fue el pionero.
La importancia de tan bellas páginas sobre el problema migratorio haitiano, en este momento, debe servir para ayudarnos a entender lo que este autor menciona como “soleado y eterno espectáculo: azar histórico”, que está conformado de tres elementos: “el animal, la tierra y el hombre”.
Historia de la penetración haitiana, en ese orden históricamente establecido, llevado a cabo por las clases más baja de Haití, que es la ha invadido el lado dominicano; un sistema casi “consustancial a la actuación de la hez de Haití, que es el vecindario de nuestra frontera”.
Dice Prestol Castillo que Trujillo fue el único estadista dominicano que ha visto con ojos claros el problema de la frontera. Y dice también, que el método del tirano fue aún mejor: “Antes de él, los estadistas dominicanos invocaron dos palabras: territorio y límites: Trujillo invoca otra palabra de más vasto contenido: el hombre”.
Y nosotros hoy tenemos la obligación de responder, si de verdad hay un presidente verdaderamente definido y determinado a acabar este capítulo de la historia nacional.
Como cronista de su época, Prestol Castillo explica las tres etapas de la penetración haitiana, nos advierte por qué somos distintos a Haití y nos expone la forma de la evolución histórica de la economía fronteriza, en lo que sólo queda residuos del haitiano.
Haití dominó la frontera hasta el año de 1938 y, en ese mismo sentido, la sigue dominando hoy, mediante la inmigración forzada que ellos mismos han establecido.
Lo que al principio fue el ganado, luego el hato y en último lugar, la caña, se ha transformado en una pasmosa masa de seres trashumantes que al ver su país sin nada, se preparan para la incursión final, y el deseo de vivir definitivamente en el este de la isla.
En vista de que ambos gobernantes del presente todavía no se ponen de acuerdo para contribuir a terminar un mal balance y drama de la vida fronteriza de una historia con tanta sangre vertida; en virtud de que una convivencia promiscua entre haitianos y dominicanos, “a través del comercio y del misterio” nos lanzará irremisiblemente al desquiciamiento social y político, es deber de nuestros líderes implementar un gigantesco plan.
Plan de dominicanización fronteriza; cosa que los vecinos haitianos deben hacer también, y reconstituirse. Para ayudar Haití, primero debemos de organizar la ayuda.