Medir la superioridad atlética ya no representa un “misterio”

Medir la superioridad atlética ya no representa un “misterio”

Medir la superioridad atlética ya no representa un “misterio”

El tiempo se encarga de poner todo en orden, y argumentos que se mantuvieron como leyes por los siglos de los siglos ceden, al punto que sus defensores, aunque no se retracten, por lo menos esconden la cabeza.

Han sido muchos los razonamientos que se derrumban cuando se ponen a prueba, dado que no resisten un análisis científico, en especial cuando se aplican las estadísticas.

Precisamente, el avance de esta ciencia ha sido en gran parte el motor que ha echado al piso las comparaciones sobre la superioridad de un elemento sobre otro, con características muy afines, y por lo tanto, equiparables.

En los deportes es cada día más asombroso y sorprendente como se pueden realizar, por diversas mediciones, sin ningún tipo de subjetivismo, las múltiples variables que demuestran, con un escaso margen de error, la superioridad en todas las facetas de la disciplina que sea, de un atleta sobre otro.

Las comparaciones entre deportistas con rasgos parecidos no terminarán nunca, principalmente cuando esas figuras tuvieron o tienen un seguimiento descomunal.

Las generaciones que vieron jugar a unos y otros defienden hasta la muerte la supremacía de sus ídolos, situación que genera polémicas de alto calibre entre las barras de defensa de unos y otros.

Con la actuación sobresaliente de Lebron James en la semifinal de la Conferencia Este, cada día son más los que se unen al coro de que es muy superior a Michael Jordan. ¿Será cierto?



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