Cuando pensamos en medio siglo, lo asociamos a un tiempo largo y lo relacionamos a lo viejo… y es que 50 años sí es algo, pero no como lo veíamos de niños.
Desde pequeña, veía a las personas de 50 como viejas, es más, las sentía así, porque ellos mismos se veían así.
De niña sentía que el tiempo corría despacio, con el pasar de los años, con mayores responsabilidades, he llegado a afirmar que este se nos va de la mano y que no nos alcanza para hacer todo lo que debemos o queremos hacer. Esas son las paradojas de la vida.
Por lo general, pensamos que los años nos cambian. Que seremos diferentes al envejecer, pero lo único realmente diferente es, tal vez, nuestra apariencia y textura de la piel.
El resto solo cambia si así lo pensamos. No cambiamos por los años, cambiamos por decisiones, aprendizajes y experiencias acumuladas en ellos.
Al cumplir los 50 años, el sábado pasado, recordé mis pensamientos infantiles, esos que nos proyectan en el tiempo, para darme cuenta que esa creencia de la vejez se fue diluyendo con el pasar de los años, sentimientos y vivencias, pues somos tan viejos como nos hacemos sentir.
Me gusta sentir el pasar de los años, porque, para mi, no importa la edad biológica, no, eso no es tan importante, pues lo que realmente me importa es lo vivido y aprendido, las personas que amo y he amado, lo que he conocido y disfrutado. Eso se iría si mi mente me quita los años.
Tener un propósito y poder levantarme cada mañana con alegría y gratitud es mi rutina, pues lo importante es seguir sembrando, pues no hay límite para ello. Un agricultor sigue sembrando luego de cada cosecha. ¿Por qué nosotros no podemos seguir haciéndolo?
Sin importar la edad, siempre hay que tener un plan ideado para cumplirlo, un motivo, un sueño, un deseo. El día que no lo tengamos, es ahí cuando realmente seremos viejos.
Prefiero levantarme todos los días con ganas de salir a la calle a cumplir mis sueños. Sí, porque siempre habrá uno o más sueños que hacer realidad. Lo importante es tener un cuerpo saludable, con actitud y dispuesto a seguir dando batalla.
La vida está hecha de caminos y estos debemos transitarlos con pasión, alegría, responsabilidad y entusiasmo. Por eso digo, bienvenidos sean los años.