"Me cansé de tener que elegir a quién dar una cama y a quién un tubo de oxígeno semivacío"

«Me cansé de tener que elegir a quién dar una cama y a quién un tubo de oxígeno semivacío»

«Me cansé de tener que elegir a quién dar una cama y a quién un tubo de oxígeno semivacío»

Daniel Gatica es un médico residente en Orán, Salta, una de las ciudades del interior de Argentina desbordada por casos de coronavirus.

A pesar de que Argentina venía siendo uno de los países que mejor estaba conteniendo la expansión del coronavirus, gracias a una estricta cuarentena que impuso apenas llegó la pandemia en marzo, la situación ha cambiado drásticamente en pocas semanas.

En el último mes, tanto los contagios como las muertes por covid-19 se han duplicado y, con más de 650.000 casos, hoy el país es el décimo del mundo con más infectados y el 14º con más decesos (unos 14.000).

Argentina incluso ha llegado a encabezar el récord de infecciones y muertes diarias del planeta en días recientes.

Pero a pesar de este aumento, reflejo del hartazgo y la relajación de muchos argentinos con lo que ha sido la cuarentena más larga del mundo (que sigue vigente después de seis meses), se ha logrado hasta ahora evitar el colapso del sistema sanitario en los principales centros urbanos.

A esto se atribuye el hecho de que el país siga teniendo una tasa relativamente baja de muertos por millón de habitantes: unos 300, la mitad de países como Estados Unidos, España, Reino Unido, Italia, México, Brasil, Chile, Bolivia y Ecuador.

Sin embargo, a medida que el virus se expande fuera de Buenos Aires y sus alrededores -que antes concentraba más del 90% de los casos y ahora está más cerca del 50%- algunas poblaciones del interior se han visto desbordadas.

Uno de esos lugares con alta transmisión comunitaria es Orán, la segunda ciudad más poblada de la provincia norteña de Salta, que linda con Bolivia.

Allí el hospital local, el San Vicente de Paul, no solo atiende a los 85.000 habitantes locales, sino que también recibe a otras 160.000 personas de zonas aledañas.

Daniel Gatica con parte del equipo de emergencia del Hospital San Vicente de Paul
Dos tercios del equipo de guardia del Hospital San Vicente de Paul enfermó de coronavirus y 7 médicos deben atender a centenares de pacientes.

La falta de camas, antivirales, oxígeno y personal de salud llevó a que la tasa de letalidad alcanzara al 10% de los pacientes infectados (cuando a nivel nacional la cifra es del 2,1%).

La dramática situación en el hospital de Orán acaparó la atención de la prensa local luego de que un médico del centro de salud publicara una carta en Facebook denunciando lo que se vivía allí.

El joven residente de medicina familiar y general Daniel Gatica contó que había decidido renunciar luego de haber sido apedreado por familiares de un paciente que falleció a causa del covid.

La carta

«Hoy digo basta, hoy siento que fracasé«, dice la carta pública que escribió el 13 de septiembre.

«Fueron 12 días de puro estrés, de solo dar malas noticias», cuenta. «Estoy cansado de tener 3 óbitos en una tarde o 5 en una noche y saber que nunca hay cama en terapia», señala.

«Cuantas veces me dormí parado con el EPP (equipo de protección personal) puesto después de ver 32 o 40 o 64 pacientes de la guardia», afirma.

Gatica revela que en el hospital «hace más de un mes el oxígeno es un lujo» y que está cansado «de tener que elegir a quién dar una cama y a quién darle un tubo de oxígeno semi vacío».

«¿Todo para qué? Para recibir esto… una agresión física», señala, en referencia a las personas que lo atacaron con piedras tras enterarse de la muerte de un ser querido.

«No puedo más«, confiesa.

Daniel Gatica con un bebé recién nacido
El joven médico de familia Daniel Gatica decidió renunciar tras ser agredido, y denunció la falta de recursos médicos y humanos en su hospital.

«Sociedad hipócrita»

La carta cuestiona el comportamiento de la sociedad, a la que llama «hipócrita e injusta».

«Cuando se tenía que cuidar, todo era joda y joda (diversión), y hoy lloran a sus muertos y reclaman atención», critica el médico.

«Esta pandemia sacó lo peor de todos», asegura.

Pero también denuncia a las autoridades de la salud.

«¿Acaso alguien sabe lo que pasa en esa guardia? (…) ¿Saben que somos 21 médicos de los cuales 4 somos residentes y que hoy quedamos 7 trabajando porque el resto enfermó?».

«Hoy me sentí abandonado por el sistema y sobre todo por el Hospital», afirma.

«¿Adónde quedó la inversión en salud, los aplausos y los héroes? Porqué mis colegas amigos y compañeros de guardia no cobran desde junio«, denuncia.

Reacción

La carta de Gatica tuvo amplia repercusión en los medios argentinos y llevó a que las autoridades nacionales enviaran más ayuda al hospital.

En conversación con BBC Mundo, el médico contó que esa ayuda ya ha permitido reducir la tasa de ocupación del hospital de más del 100% al 65%.

«Abrieron un nuevo edificio con unas 40 camas con oxígeno, lo que alivió mucho la situación. Es una escuela frente al hospital, que formaba parte del plan de contingencia, pero faltaba que llegaran los recursos», señaló.

Tras la difusión de su carta, «de la noche a la mañana llegó el oxígeno, se armaron las camas y apareció todo lo que tenía que aparecer«, contó.

Gatica también reveló que tras recibir un llamado del gobernador de Salta y del ministro de Salud provincial decidió dar marcha atrás con su renuncia y hoy sigue trabajando en el hospital.

Daniel Gatica frente al río Bermejo
Además de los pacientes argentinos, el hospital donde trabaja Gatica atiende a muchos ciudadanos bolivianos que llegan a Orán cruzando el río Bermejo.

«Esto recién empieza»

El joven residente cree que la repercusión que tuvo su carta se debe a que reflejó lo que viven muchos otros médicos en su país.

Lejos de los aplausos que recibe el personal médico en otras partes del mundo, en Argentina muchos expertos de la salud han recibido agravios y hasta agresiones. Y no solo dentro del hospital.

Los medios locales han cubierto historias de médicos y enfermeras que sufren discriminación en sus propios edificios y barrios, e incluso hubo algunos casos de profesionales agredidos o cuyas casas fueron quemadas por temor al contagio.

«Dejamos de ser los héroes y nos convertimos en los bichos raros«, dice Gatica. «Somos los que hacemos las cosas mal, los que dejamos morir a la gente. Siempre notamos esa mirada de indiferencia y cuestionamiento», lamenta.

Su descripción de lo que estaba ocurriendo en el hospital de Orán también hizo eco con las experiencias en otros pueblos y ciudades del interior que hoy también se ven desbordadas por el coronavirus.

¿Siente que la larga cuarentena que impuso el gobierno fue una estrategia efectiva para frenar el avance del virus?, le consulta este medio.

«Creo que fue lo mejor que pudimos hacer en su momento. Para bien o para mal ya se hizo», reflexiona.

«Pero también me daba miedo esto que está pasando: que nos cansemos a mitad del partido y perder por goleada. Porque esto, por lo menos en el interior del país, recién está empezando», advierte.