Matar a una mujer

Matar a una mujer

Matar a una mujer

El hombre mata a la mujer porque el Estado le ha quedado mal. El rol del hombre, en general, no puede cumplirse de manera natural, si el Estado no le acompaña en la funciones de ser el hombre, el padre, el Pater familia. Existen diferencias básicas en el carácter y el destino individuales del hombre y la mujer.

Estas diferencias están recogidas en la Biblia, con la Ilustración se convirtieron y definieron en función de la educación y la cultura. Hoy, estas diferencias son de carácter políticas, pues a través de la función política es que el hombre-varón le impone a la mujer desigualdad, prohibiéndole muchas formas de comportamiento en la sociedad, o interfiriendo con limitantes su participación en la colectividad. Cuando éste le causa la muerte, y habiéndose establecido esta diferencia política, él espera de su acción que haya impunidad, que es como casi siempre ocurre.
El hombre y la mujer se necesitan mutuamente, y la humanidad se fundamenta en la división de sexos. La diferencia que los agrupa a ambos puede comprenderse a través de los actos de amor y desamor, de cooperación y de desarmonía, y de luchas y, sobre todo de muchos desacuerdos.

En la diferencia sexual, que es otra realidad del problema de las muertes a mujeres, opera una lucha, no tanto por la diferenciación de ambos sexos, sino por la inferioridad sexual, que el hombre impone a la mujer, por medios represivos y que la cultura sirve de base para el estudio del patriarcado o el carácter autoritario del varón, a lo largo de su historia: la mayor parte del tiempo el hombre actúa frente a la mujer con una actitud de dominio, de que la mujer le pertenece.

La principal causa o razón profunda de que el hombre mata a la mujer es el temor a que ella le ridiculice, también a la envida de que siendo el varón el ser dueño del instinto de poder, sea la mujer el ser con mayor capacidad natural de reproducción. Muy por encima de la capacidad física del hombre sobre la mujer, la cual utiliza como arma, la más profunda de todas sus preocupaciones está ahí, dicen los psicoanalistas contemporáneos, que el hombre envidia la naturaleza de la mujer.

¿Cómo puede la mujer ridiculizar al hombre? Su cuerpo atrae a otros hombres, la mujer puede tener hijos y está naturalmente mejor dotada para la sexualidad. Esta es la verdad de la violencia contra la mujer, ha ocurrido a lo largo de la historia, y si ahora está dimensionado el problema es por los desvaríos de la cultura occidental, típica de hombres sin carácter ni sexualidad sana.

El hombre varón es un ser con sed de prestigio, tiene que ser un buen «ejecutante» frente a la mujer, eso le lleva también a sentir odio hacia ellas, y cuando la muerte tiene sentido para él, ocurre como una función defensiva y cobarde.

 



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