Con la renuncia de monseñor Victor Masalles como obispo de Baní para irse a su natal Barcelona, la Iglesia dominicana pierde al más prometedor de sus prelados, acentuando el imperio de la ordinariez en el episcopado. Quizás lo desfavoreció la rispidez de su conservadurismo.
Él mismo posteó: “Luego de un proceso de discernimiento, a raíz de una invitación del cardenal Omella, arzobispo de Barcelona, a colaborar en su diócesis, decidí aceptar el desafío, junto a los retos que representa. Me siento muy agradecido por la acogida que me ofrece el cardenal.
La renuncia a Baní era un requisito para poder aceptar la invitación a colaborar en Barcelona y se hizo con el visto bueno del papa Francisco que yo asumiese este compromiso. Busco siempre estar en el lugar que entiendo que Dios quiere y que la Iglesia me requiere”.
Explicaciones aparte, ojalá que el Espíritu Santo continúe demostrando lo que decía Robles Toledano, que la prueba de que esta es la Iglesia de Dios es que ni los curas han podido destruirla…