Daba la impresión de que  Francia envió al tablocillo a muchos Napoleón Bonaparte a someter a la obediencia a un pequeño grupo de rebeldes que horas antes habían derrotado a otro europeo grande y amenazaban con seguir haciendo ruido… Y los masacraron…

Pero, y aquí está el bendito pero, ese puñado de rebeldes tiene al mundo reconociendo que ganaron dos de tres grandes batallas… Mientras tanto, el martes, lloraba como un niño viendo a esos “pequeños” rebeldes derrotando a la “gigante” Alemania y  no apartaba de mi mente la historia bíblica de David y Goliat, donde éste último, con armadura de hierro, espada y jabalina, fue vencido por un jovencito cuidador de ovejas que portaba piedras… Sabemos que es baloncesto, donde los pequeños no sobreviven, pero mientras tanto, ¡ya el gustazo ta´dao!..

Y no podía parar de llorar, porque la entrevista al dirigente Ché García, agudizó el sentimiento: “Estoy muy feliz, porque no hay nada que dé más felicidad que ganar representando a tú país y hemos ganado representando a NUESTRO país”…

Y agregó: “Sé que en NUESTRO país están celebrando y eso es lo que me importa ahora”… ¡Wao!.. Para los que no lo saben, él es argentino…

Y vuelvo a los que nacieron aquí y celebraron la victoria sobre Alemania como niños, con abrazos, risas, saltos, porque habían puesto por las nubes ese nombre de República Dominicana que llevaban en su pecho…

Eso sí, debe quedar claro que esa alegría sólo se siente y disfruta cuando el pecho del atleta es portador de un corazón puro, de un corazón bueno, de un corazón sin perversidad, de un corazón donde no haya cabida para la trampa…

Por eso RD sufrió la derrota de ayer y celebró la del martes, porque son puros y pase lo que pase de aquí en adelante, se ganaron el respeto y admiración de todo el país, por eso, cuando vengan, podrán andar por las calles con la frente en alto y la gente los abrazará…  ¡Salve héroes deportivos de corazones puros!