En países desarrollados donde la productividad individual de cada trabajador es notablemente mayor que en países con menos educación, hay una corriente de pensamiento que propone aumentar de ocho a diez o doce horas diarias la extensión de la jornada laboral.
En otros países como México, genios como Carlos Slim proponen algo similar para dar más tiempo libre a los empleados, pero también para reducir costos al no tener que pagar tantas horas extras en industrias cuya operación es incesante.
Aquí se está inventando un proyecto piloto que no se sabe si será bueno o malo pues aun no se ha consultado con muchas grandes industrias ni se conocen los detalles. Llama la atención que los avisos del plan refieren trabajar menos.
Esto me recuerda al diálogo tripartito de fines de los 80, que voceros de empresas con diez empleados aseguraban que aumentos salariales descomunales serían aceptados por agroindustrias con decenas de miles de obreros, sin consulta previa ni cálculo de ningún tipo.
Siempre creí que lo necesario es trabajar más, no menos. Veremos a ver qué resulta, pero ojalá no sea un tollo.