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Más interés, más atraso: una relación incómoda

El encarecimiento del crédito y el aumento de la morosidad en el sistema financiero nacional son dos variables que hacen esquina y que podrían estar reflejando complicaciones tanto para las familias dominicanas como para las empresas del país.

Esta situación no es fortuita; es producto de un trance internacional complejo que se vive en los mercados financieros, donde Estados Unidos ha sido uno de los principales protagonistas. Recientemente, se pudo observar que la Reserva Federal de ese país redujo su tasa de interés en 25 puntos básicos, pasando de 3.75 % a 3.50 %, en medio de la disyuntiva entre preservar el empleo o mantener la estabilidad de precios.

En nuestro país, el Banco Central redujo la Tasa de Política Monetaria (TPM) en dos ocasiones durante el presente año: en septiembre, de 5.75 % a 5.50 %, y en noviembre, de 5.50 % a 5.25 %, con el propósito de obtener una reacción económica, tomando en consideración la lentitud de la liquidez nacional reflejada en los últimos meses.

Es importante señalar que estas decisiones se adoptaron luego de que el Banco Central autorizara la liberación de RD$81 mil millones del encaje legal, a través de su programa de provisión de liquidez, cuyo objetivo principal era dinamizar la economía.

Según datos del Sistema de Información del Mercado Bancario Dominicano (SIMBAD), de la Superintendencia de Bancos (SB), los únicos créditos que redujeron su tasa interanual promedio ponderada fueron los créditos comerciales, que pasaron de 12.03% en octubre de 2024 a 11.58% en octubre de este año, así como las tarjetas de crédito, cuya tasa descendió levemente de 58.19% a 58.05%.

En contraste, las tasas de los créditos de consumo aumentaron de 19.43 % a 19.68 %, mientras que las de los créditos hipotecarios pasaron de 11.19 % a 11.52 % en el mismo período. Estos datos reflejan una realidad clara: el aumento de las tasas en los créditos utilizados principalmente por los hogares de clase media, como los créditos hipotecarios, para vehículos y estudiantiles.

Por otro lado, el índice de morosidad de los créditos totales del sistema financiero nacional mostró un aumento interanual importante, al pasar de 1.56 % en octubre de 2024 a 2.03 % en octubre de este año.

Este comportamiento tiene una relación directa con el encarecimiento del crédito observado en los últimos meses. Al analizar la morosidad por tipo de crédito, se evidencian matices importantes: la morosidad de los créditos hipotecarios aumentó de 0.58% a 0.72%; tarjetas de crédito comerciales, de 2.59% a 2.93%; tarjetas de crédito personales, de 4.78% a 6.02%; los créditos comerciales a mayores deudores, de 0.17% a 0.61%; los créditos comerciales a medianos deudores, de 1.60% a 1.62%; los créditos comerciales a menores deudores, de 2.38% a 3.24%; los créditos comerciales de microcrédito, de 2.36% a 2.77%; y los créditos de consumo, de 3.29% a 4.03%.

Partiendo de estos datos, se debería realizar un análisis cuidadoso para tomar decisiones que eviten mayores lesiones a nuestra gente. Cuando las personas incumplen con sus compromisos financieros, el sistema debería preguntarse por qué ocurre esta situación.

Lo planteo partiendo de la moralidad que, en ocasiones, persiste en nuestra sociedad, donde se asume que el incumplimiento responde a una falta de voluntad o responsabilidad individual.

Más allá de ese planteamiento, es necesario analizar las causas reales y las condiciones estructurales que empujan a familias y empresas a caer en atraso.

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