Más humildad

Más humildad

Más humildad

Ana Blanco

¿Qué valores son positivos para nosotros? ¿Cuáles son reconocidos en la sociedad como necesarios para el buen convivir? El otro día en una reunión hice un pequeño experimento y les pedí a los presentes que me dijeran qué era para ellos la humildad.

De inmediato, caras de rechazo. Y luego comentarios del tipo “ser humilde es ser pendejo”, “la humildad es signo de debilidad” y “si eres humilde los demás se aprovechan de ti”. No dije nada.

Pero me dio pena entender que así es como hoy en día se asume un valor tan importante.

La humildad es conocer nuestras virtudes y nuestros defectos, no creer que somos superiores a otros y tratar a los demás con un profundo respeto. ¿Eso es ser pendejo? ¿Eso te hace más débil? No. Todo lo contrario.

Su contraparte es la arrogancia, y ese rasgo en cambio se relaciona con fortaleza y éxito. Y así es que nos va.

Para llegar a tener este valor de la humildad hay que ser fuerte, muy fuerte. Ser capaces de reaccionar desde la tranquilidad, el diálogo y el entendimiento cuesta mucho más trabajo que hacerlo desde el enfrentamiento, el control y la manipulación.

Lo es porque al ser humildes debemos quitarnos máscaras, ser sinceros, ir de frente y sobre todo saber que no siempre hay que ganar. Estar en paz y ser fiel a uno mismo es mucho más satisfactorio que creer que se han ganado todas las batallas.

No sé qué nos está pasando. Lo repito mucho porque mucho lo analizo. Siento que extrapolar todo lo que nos pasa nos lleva a no asumir que al final los únicos responsables somos nosotros.

Es más fácil pelear que reconocer que no somos perfectos. Y ahí está, no hay que ser perfectos, sí humildes.



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