¿Más deuda o más ética?

¿Más deuda o más ética?

¿Más deuda o más ética?

Frederich E. Bergés

En los días previos al recién fracasado torneo electoral, se nos anunció que el Poder Ejecutivo sometió ante el Congreso Nacional un nuevo contrato de préstamo por US$155 millones con el Banco Interamericano de Desarrollo para aumentar la eficiencia operativa de una de las distribuidoras públicas de electricidad.

Al mismo tiempo, en otra nota informativa, se nos recuerda que las tres distribuidoras de electricidad acumularon una deuda el año pasado de más de RD$3 mil millones producto de una compra de energía muy superior a la cobrada, produciéndose así estas cuantiosas pérdidas.

Como colación a dicha nota, sorprende que en medio de esta ineficiencia generalizada, se revela que en dicho periodo del 2019, las nóminas de las tres instituciones aumentaron, un hecho sin lógica ni justificación.

¿Cabe preguntarse pues, si luego del dispendio de decenas de miles de millones en una elecciones municipales fracasadas y frente a la gestión tan desdeñable de las distribuidoras si realmente es necesario que el país incurra en mayores endeudamientos para resolver problemas cuyas soluciones son conocidas por todos?

La situación de ineficiencia de las distribuidoras Edesur, Edeste y Edenorte son más el producto de un manejo con consideraciones políticas, caracterizadas más por favores que por una gestión razonable y responsable.

Los grandes desafíos que han tenido por delante es la del cobro de la energía servida, reduciendo las enormes pérdidas, sin considerar el costo político que ello conlleva. ¿Todos se preguntan por que otro servicio básico como el de las telecomunicaciones es capaz de cobrar con tanta eficiencia los productos servidos, y sin embargo con la electricidad se actúa como chivos sin ley?

Ponderemos si lo que necesitamos para solucionar el problema que afecta la espina dorsal de nuestra economía, la situación de las distribuidoras públicas de energía, sus constantes pérdidas millonarias e ineficiencia, se resuelva con un nuevo préstamo, o si no es mejor con una gestión ética, profesional y responsable, sin importar los costos políticos que ello conlleva.



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