Más de 150 palestinos resultaron heridos en enfrentamientos con la policía israelí en el recinto de la mezquita de al Aqsa en Jerusalén en medio de las festividades de las tres grandes religiones, que este año coinciden en el calendario.
La última vez que se dieron al mismo tiempo el Ramadán para los musulmanes, la Pascua para los judíos y la Semana Santa para los cristianos fue hace tres décadas.
Esta semana, decenas de miles de fieles israelíes y palestinos, así como peregrinos extranjeros, se han congregado en la Ciudad Vieja de Jerusalén.
Pero también han aumentado las tensiones en torno a los lugares sagrados en disputa. Hay visiblemente muchos más policías israelíes en el Jerusalén Este ocupado y están en alerta máxima después de una serie de ataques que han sido los más mortíferos en Israel en años.
En los últimos enfrentamientos de este viernes, la policía israelí dijo que los agentes entraron en el sitio después de ser atacados con fuegos artificiales, piedras y otros objetos. También aseguran que tres agentes israelíes resultaron heridos.
Un joven palestino de 17 años que fue herido este jueves falleció este viernes, dijo el ministro palestino de Salud.
El lugar donde han ocurrido los hechos es un punto importante para musulmanes y judíos, quienes lo conocen como el Monte del Templo, y está en el centro de reclamos históricos contrapuestos.
Escalada de enfrentamientos
Según la policía israelí, decenas de palestinos, algunos con banderas del grupo militante palestino Hamas, marcharon hacia el complejo alrededor de las 04:00 (01:00 GMT) y luego comenzaron a arrojar piedras y fuegos artificiales.
La policía dijo que esperaron hasta que terminaran las oraciones musulmanas del viernes antes de ingresar a la mezquita de al Aqsa para dispersar a quienes habían comenzado a arrojar piedras hacia el Muro de los Lamentos, debajo del recinto, donde se encontraban los fieles judíos.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel tuiteó un video que muestra a palestinos enmascarados dentro de la mezquita al Aqsa arrojando objetos con el sonido de una explosión seguida de una lluvia de chispas.
Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores palestino condenó las acciones de Israel en el complejo y dijo que lo consideraba «plena y directamente responsable de este crimen y sus consecuencias».
En las últimas semanas, ha habido reuniones de alto nivel entre funcionarios israelíes y palestinos para tratar de facilitar la libertad de culto antes de las fiestas de este año para las tres religiones abrahámicas. Estas incluso involucraron al rey Abdullah de Jordania, cuya familia gobernante ha sido el custodio de los lugares sagrados islámicos y cristianos en Jerusalén durante casi 100 años.
Sin embargo, no lograron detener cuatro ataquesen Israel durante las últimas tres semanas, en los que murieron 14 personas.
Dos fueron realizados por ciudadanos árabes israelíes y estaban vinculados al grupo Estado Islámico (EI). Los otros dos fueron tiroteos por pistoleros palestinos del área de Yenín en la Cisjordania ocupada. Todas sus acciones mortales fueron elogiadas por Hamas y otros grupos militantes.
Por su parte, el ejército israelí ha intensificado las redadas y las detenciones en Cisjordania, lo que ha provocado graves enfrentamientos. Al menos 20 palestinos, incluidos los atacantes y los que supuestamente planeaban ataques, han muerto.
En Yenín, que ha sido el foco principal de las acciones de los soldados israelíes, crece la ira. En la última incursión en la zona, un palestino de 17 años fue herido y, finalmente, murió el viernes, dijo el Ministerio de Salud palestino.
Celebraciones religiosas opacadas
Para muchos palestinos e israelíes, como tantas veces en el pasado, la felicidad de las celebraciones religiosas se ve socavada por los recordatorios de su conflicto continuo.
«No tengo miedo de decirlo públicamente: ‘No queremos otra guerra'», dice Nevin Saleh, mientras observa con nerviosismo los acontecimientos en Gaza.
La madre de cuatro hijos describe cómo ella y su familia acaban de reconstruir su casa después de que fuera dañada por un ataque aéreo israelí hace 10 meses.
«Decoramos la casa para dar la bienvenida al Ramadán», explica. «Todos los días, mis hijas preguntan si vamos a celebrar Eid al-Fitr (el festival que marca el final del mes sagrado). El año pasado, les compré ropa nueva, pero, desafortunadamente, nunca pudieron usarla».
Esta semana, un oficial militar israelí dijo a los periodistas: «Deseamos que este tiempo de vacaciones transcurra de una manera segura», y agregó que la situación era «complicada».
Dijo que las fuerzas de seguridad estaban tratando de equilibrar las medidas civiles, como permitir que los palestinos con permisos ingresen a Jerusalén para rezar, con las operaciones antiterroristas.
Los enfrentamientos de este viernes se producen después de que grupos militantes en Gaza llamaran a «cientos de miles» de palestinos a reunirse en el complejo el viernes «para proteger nuestra nación y nuestra mezquita».
El año pasado, Hamas, que gobierna Gaza, disparó cohetes hacia Jerusalén luego de enfrentamientos en el recinto de la mezquita tras semanas de disturbios en la ciudad, lo que desencadenó una devastadora guerra de 11 días con Israel.
Un lugar, tres religiones
La Ciudad Vieja de Jerusalén aglutina lugares sagrados para cristianos, judíos y musulmanes, entre los más importantes, la Iglesia del Santo Sepulcro, el Muro de los Lamentos y la mezquita de al Aqsa.
Semana Santa, Pascua y Ramadán son las festividades clave para las tres religiones y, para muchos creyentes, es el momento perfecto para acudir a estos lugares.
«Para nosotros, como musulmanes, es esencial rezar en la mezquita de al Aqsa durante el Ramadán. Es un momento espiritual y siempre lo espero con ilusión», dijo Ziad a la BBC antes de que se produjeran los enfrentamientos. «Pero este año, no traeré a mis nietos para que se sienten en el complejo», confiesa el empleado, que se apega al ayuno diario requerido durante el Ramadán desde el amanecer hasta el anochecer. «Tengo un poco de miedo».
Una operadora turística cristiana de Jerusalén Este, Dalia Habash, dice que, a pesar de las dificultades y los controles policiales, siempre trata de ir a la Ciudad Vieja. «Para un cristiano palestino, celebrar en Jerusalén es especial. No solo es el lugar donde Jesús fue crucificado y enterrado y donde resucitó, sino también es estar rodeado de otros cristianos y palestinos que celebran juntos», comenta.
Para los judíos, estar en el Muro de los Lamentos en la Pascua es importante en la Pascua.
«Es un lugar espiritual. Creo que si vengo aquí, mis oraciones serán respondidas», dice Keren Troyner, quien ahora vive en Canadá, pero nació en Israel. «La situación de la seguridad no está en primer plano en mi mente», continúa Keren. «No camino con miedo. Solo puedes tener fe en que Dios te protegerá».