El expresidente Leonel Fernández ha iniciado una decidida lucha contra lo que alega ha sido un fraude electoral. Muchos miran con alegría su calamidad.
Una vez mi padre me hizo un cuento de una persona que estaba agachada recogiendo colillas para fumárselas, y alguien le dijo: “Señor, deje de fumar que los cigarrillos hacen daño”; y el hombre alzó su mirada y le respondió: “Sí, hacen daño, pero en boca de otro”. Ahora vemos a un Leonel quejándose de cosas que él tanto practicó. El fraude, el clientelismo, el secuestro institucional resultan buenos o malos “asigún”.
Muchos podemos decir “se lo merece”. O siendo más piadosos manifestar: “ese es su problema, que se joda”.
Sin dudas, ha sido el mismo león que crió las hienas que ahora lo rodean para devorarlo con todo y melena.
Nosotros no somos culpables de que lo midan a él con la misma vara con que muchas veces midió a otros. Pero el problema es que con esa misma vara nos van a medir a nosotros en 2020.
Y aunque no somos culpables de su problema, debemos tener tanto interés como él en que las cosas sean aclaradas.
Hay un refrán que dice; “cuando veas arder la barba de tu vecino, pon la tuya en remojo”. Recordemos esa sabiduría popular, no sea que en 2020 nos canten otro refrán que dice: “el palo dao nadie lo quita”.
Me preocupa coincidir con alguien a quien tantas veces he enfrentado, pero la democracia es la democracia, y tenemos que defenderla.
No podemos ir a unas elecciones el próximo año con este nivel de cuestionamiento. Cierto o falso aquello del algoritmo y el código fuente, debe abrirse una investigación seria que aclare las dudas.