La reciente extradición de Argenis Contreras se ha vuelto tendencia por lo grotesco del crimen cometido contra el profesor y abogado Yuniol Ramírez: lo secuestran en la UASD, lo asesinan, y su cuerpo aparece envuelto en cadenas.
Ese crimen reveló una mafia en la Oficina Metropolitana de Servicio de Autobuses (OMSA), que movía anualmente cientos de millones, e involucraba importantes dirigentes del entonces partido de gobierno.
Es entendible que una persona involucrada en un crimen así haya decidido salir huyendo del país. Aunque la forma en cómo salió aún son tan misteriosas como la “teletransportación” de Quirinito.
Lo alarmante, que debe ser objeto de mayor interés, es el comportamiento del Ministerio Público con respecto a Argenis, quien incluso fue apresado en los Estados Unidos por otras situaciones, sin que la Procuraduría General de la República hiciera nada para extraditarlo.
Este caso pone en evidencia OTRA VEZ la conducta cómplice de aquella Procuraduría.
Es claro que el propósito de colocar ahí a Jean Alain Rodríguez fue para servir de chaleco antibalas a la corrupción del PLD, en especial del entorno de Danilo Medina.
Sería llover sobre mojado decir que Jean Alain es un ser despiadado, sin escrúpulos y con una capacidad de servilismo capaz de entregar hasta su propia sangre. Lo sabemos.
Preguntar si Jean Alain es pasible de ser sometido y condenado, sería como preguntar si el agua moja: la respuesta es obvia.
Lo qué hay que preguntarse es: ¿Cuando van a meter preso a ese delincuente? Esa es una pregunta que sólo pocos saben la respuesta, pero que todo un pueblo espera con ansias.