María Marte es una mujer de trato afable, soñadora y con una humildad a flor de piel, la cual refleja en cada expresión al contar sus vivencias, experiencias y aprendizajes. ELIéSER TAPIA
SANTO DOMINGO.-Con una sonrisa franca y abierta, y entre algunas lágrimas, María Marte nos contó cómo pasó de fregar platos y lavar pisos en la cocina del restaurante El Club Allard a ser la chef que mantuviera sus 2 estrellas Michelin, luego de la partida de su cocinero principal.
A sus 24 años, luchando contra la etiqueta de prostitutas que tenían las mujeres dominicanas en España, dos hijos que había dejado en su natal Jarabacoa y sin recursos, llegó a Madrid y empezó a trabajar alternando sus días entre la cocina en El Club Allard y lavando cabezas en una peluquería, labores que cobraba según las horas de trabajo.
En esos primeros años vivió muchas cosas difíciles, pero no se dio por vencida, pues asegura que “salí de aquí para otro propósito y lo tenía claro, pues desde pequeña siempre quise cocinar”.
Afirma que siempre ha tenido una fuerza de voluntad muy grande y “cuando me he lanzado a hacer algo lo hago bien y nunca me ha gustado dejarlo a medias, repitiéndome constantemente que no salí de mi país para rendirme”.
Nos cuenta que había días que, al abrir los ojos, tan solo veía platos y copas de tantas que fregaba, pero estaba feliz fregando si eso le permitía estar en una cocina y ver lo que hacían los cocineros.
Dice que que cada vez que tenía una oportunidad se paraba y miraba a los chefs y decía: “Wao, si estuviera de ese lado, es ahí donde quiero estar” y esto se lo decía a todos sus compañeros, los cuales se burlaban de ella.
De camino a la cima
Al mismo tiempo que fregaba, María iba aprendiendo y, en su tiempo libre, practicaba lo que veía. Siempre recordándole a sus superiores sus deseos de ser parte del equipo de la cocina.
De tanto insistir, llegó la oportunidad del primer ascenso, cuando quedó vacante la posición de asistente del chef.
Lograr que la tomaran en cuenta no fue fácil y tuvo que superar duras pruebas, pues el chef principal le dijo que podía pasar a la cocina, pero tenía que seguir lavando platos.
Ella aceptó y por 3 meses el agotamiento fue su fiel compañero, hasta el punto de colocar cartones en las escaleras del restaurante para dormir, pues no le daba tiempo de ir a su casa.
Cuenta emocionada: “Fue la etapa más sacrificada de mi vida en cuanto al trabajo, pero fue muy bonita, porque yo viví de principio a fin lo que era la alta cocina, hasta llegar a alcanzar las estrellas”.
Durante diez años María no supo lo que era vivir, solamente trabajaba y mal dormía, sin que se le reconociera su esfuerzo y dedicación, cada día queriendo ser mejor, creando y experimentando.
El sueño hecho realidad
“La diferencia entre un sueño y la realidad está en el coraje y la valentía que tenemos para escribir nuestra historia y agarrar las oportunidades que se nos presentan”.
Sin un título ni la preparación académica de los grandes chefs españoles, luego de 10 años, María Marte asumió la dirección de la cocina en El Club Allard, logrando mantener las dos estrellas Michelin de este emblemático restaurante español.
La prueba Michelin
Marte nos cuenta que, luego de mucho esfuerzo, las críticas fueron tan buenas que había titulares que decían que la alumna superó al maestro, en especial luego de crear su primer plato “Flor de hibiscus con pisco sour sobre crumble de pistachos”.
Confiesa que lo más difícil que ha enfrentado, después de vivir lejos de sus hijos, fue pasar la primera inspección de la Guía Michelin, sobre lo cual nos cuenta: “Luego de escuchar de uno de los inspectores, ‘María te siento más segura, lo has hecho muy bien’, se me erizó la piel y seguimos poniendo el alma y el corazón, presentando siempre platos creativos sin trasgredir ni disfrazar los productos”.
Concluye que lo más gratificante fue leer un titular de un periódico que decía que ella había limpiado la imagen de la mujer dominicana en España.
Cifras
360 Euros.
Su salario en su primer mes en la cocina del Club Allard.
350 Euros.
Fue el gasto en llamadas a sus hijos a Jarabacoa, en su primer mes en España.
Su infancia
Orgullosa de su tierra y raíces
¿Quién es y de dónde viene María Marte?
Vengo de una familia muy humilde de Jarabacoa, por ello todos siempre hemos trabajado para poder sobrevivir. Mis padres, Mariano y Diana, siempre nos inculcaron el valor del trabajo para ganarnos la vida.
¿Cómo fue su infancia?
A los 8 años me subieron a dos bloques para aprender a cocinar. Eramos tan pobres que no tenía juegos, les ofrecía a mis amigas hacer sus deberes de limpieza para que me dejaran jugar con sus juegos de cocina; además, ayudaba a mis padres en sus respectivos trabajos.
Si no estaba en el restaurante Rincón Montañez con mi papá, acompañaba a mi mamá en una factoría de café.
¿Cuál fue su primer trabajo en una cocina?
A los once años trabajé por un sueldo en el restaurante donde trabajaba mi papá. Allí hacía todo lo que me encomendaban y limpiaba.
Mi hermano era el contable, papá el cocinero y mi hermana ayudante de cocina.
¿Luego de España, cuáles son tus planes?
Luego de tantos años trabajando en España he decidido dedicar más tiempo a mis hijos. He regresado a Jarabacoa y desde ahí seguiré aportando y ayudando a mi comunidad a través de la capacitación a mujeres de escasos recursos.
Además estoy colaborando en un programa creado para proteger las plantas comestibles y autóctonas de nuestro país.