Santo Domingo.–Durante gran parte de su vida Margarita Copello de Rodríguez ha estado muy ligada a la música clásica. Aunque no logró ser una gran instrumentista, ni ser parte de la Sinfónica, estudió piano en Washington y Santiago, más bien para sí misma, sin llegar a explotar ese talento.
Sin embargo, el amor por la música de los grandes maestros es algo que le vino desde que nació.
En su casa nunca faltó la buena música y al crecer, esa pasión por este arte quedó muy dentro de ella.
“La música me ha abierto un mundo maravilloso de personas queridas y creo que si no hubiese tenido este trabajo estaría muy aislada y muy aburrida”.
La presidenta de la Fundación Sinfonía expresó que este es un país eminentemente musical, cargado de mucho talento, porque el dominicano es musical y entiende que la música clásica va en aumento, a pesar de todos los ruidos urbanos que existen hoy.
“El dominicano es musical, es coordinado y su alma es musical. Ahora hay mucho ruido musical en el país y eso da pena, pero eso va a cambiar, porque se está trabajando”, comentó.
Expresó que esa música ruidosa que predomina en el país viene del exterior, de una juventud sin preparación que le da más importancia a ciertos movimientos que ella califica como estruendosos.
Recomendó entusiasmar a la juventud, llevándoles música clásica a los niños desde que entran a las escuelas y colegios, porque no se puede negar que la música es algo que llega al alma a las personas “y si oyes buena música bien interpretada te quedas con ella”.
Fundación Sinfonía
Fue en 1986 cuando su vida cambió, en un momento en que Carlos Piantini, para entonces director de la Orquesta Sinfónica Nacional, se le acercó pidiéndole su ayuda, debido a que los fondos que recibía no eran suficientes para mantener el proyecto.
Es a partir de entonces cuando un grupo de hombres y mujeres amantes de la música, encabezados por Copello, empezaron a hacer sus aportes, preparando las temporadas sinfónicas, pagándoles a los solistas invitados y la propia orquesta., dando como resultado la formación de la Fundación Sinfonía, con el único propósito de mantener la orquesta.
“Piantini me comentó que necesitaba de mi ayuda, porque de lo contrario la Orquesta Sinfónica iba a desaparecer. El problema era económico, pues ellos recibían una suma de dinero insuficiente para operar.
En esa época la sinfónica estaba bajo la responsabilidad de la Secretaría de Educación, Bellas Artes y Cultos, entidad que nos otorgó el derecho de administrar la Sinfónica. Más tarde un decreto presidencial oficializó ese derecho”, dijo.
El Festival Musical de Santo Domingo, creado en 1997, es otro logro de la Fundación Sinfonía, con el cual lograron motivar a una nueva generación a asistir a este tipo de conciertos, que inició pequeño, pero hoy día la gente le pregunta cuándo será el próximo.