Santo Domingo.–De gustos exquisitos por la música clásica, maneja al dedillo una sabiduría por las piezas de Verdi, Mozart y Tchaikovski que es difícil encontrar en cualquier persona, y con solo hablarle se siente esa gran sensibilidad que aún perdura en su memoria a pesar del paso de los años.
Es la dama de la sinfonía, Margarita Copello, quien se crió envuelta en unas melodías que la hicieron la madrina protectora de la música del buen oído.
Entrevistada para Coloquios de EL DÍA, Copello Rodríguez se devuelve al pasado y escanea todos sus recuerdos, habla de su vida actual y las cosas que todavía le faltan por hacer.
Mezcla italiana
Es una mujer de gran gallardía, hija de padre italiano y madre dominicana, directora de la Fundación Sinfonía, la cual fundó junto a su esposo Pedro Rodríguez Villacañas en 1986.
Se casó y tuvo seis hijos, a los que valora y da gracias por ser vástagos fácil de criar, que nunca dieron problemas. Está tranquila porque todos han respondido bien. Sus movimientos ya no son los de hace décadas, camina con dificultad, pero se siente segura y tranquila, porque cree que de todas las enfermedades que acaban con la gente a ella no le tocó la peor.
Su rostro oculto detrás de unas gafas negras no delatan la mirada de Margarita Copello, pero sí se siente la paz que existe en su interior, aquella del deber cumplido.
La música, su mundo
“Realmente la música me ha abierto un mundo maravilloso de personas, que quizás si no hubiese tenido este trabajo en la Fundación Sinfonía hoy mi vida fuera aislada y aburrida.
Amo a todo el mundo que he conocido y esa ha sido mi mayor suerte”, expresa con una leve sonrisa la señora Copello.
Deja saber que tiene una gran soledad, y lo recalca cuando revela que ya murieron sus padres, sus hermanos, su esposo y su hijo mayor, advirtiendo que esos son dolores que jamás son sanados con nada.
Para crear a Sinfonía Margarita Copello entregó su casa, su intimidad, toda su vida privada, pero hoy ella misma dice que eso fue tener una vida feliz. Estudió piano en Washington, pero siente que debió hacer más cosas en la música.
No se siente la abuela modelo, pero le está inculcando a sus nietos que hay que dejar un legado de cosas que perduren para siempre.
Se llena de emoción cuando dice que fue una hija llena de amor y hasta hace una advertencia de que revelará un secreto de su padre, que es un momento grato que ella guarda en su memoria.
Edificio Copello
E l famoso edificio Copello de la calle El Conde es de su familia, mandado a contruir por su padre con el interés de que sirviera de oficinas públicas.
Pero ese edificio, localizado en pleno corazón de la Ciudad Colonial, y que fuera sede del Gobierno Constitucionalista, en plena guerra civil de 1965, y que Francisco Caamaño Deñó defendió a puño y sangre por la nación, tiene una fantástica historia que Margarita Copello se atrevió a revelar.
Y es que allí no solo se decidieron cosas importantes para el país, sino que entre las paredes de ese edificio en el año 1939 la familia de su padre encontró una gran cantidad de monedas de oro (botija) que revolucionaron la familia y hasta al gobierno.
“Siempre se decía que en esos adoquines de la Zona Colonial existían tesoros escondidos y mi padre antes de construir el edificio Copello buscó con unas máquinas en el suelo del lugar, pero no encontró nada.
Días después, desde las entrañas mismas de las paredes unos trabajadores vieron brotar un sinnúmeros de monedas de oro ”.
Algunas fueron tomadas por los trabajadores, una gran parte se le entregó al gobierno y las otras la familia las guardó y fueron pasando por tradición a los seres queridos.
Hoy Margarita se siente orgullosa de haber sido su edificio la sede del Gobierno Constitucionalista, y agrega que fue un aporte que su familia le hizo a la patria, por lo que todos se sienten orgullosos.