Diego Armando Maradona, sostiene la copa del mundo q ue ganó Argentina en el campeonato Mundial de México 1986. AP
MADRID, ESPAÑA.-Diego Armando Maradona, ídolo eterno antes incluso de su muerte, pasará a los anales de la historia como algo más que un simple tótem futbolístico que rozará la iconidad pop, carne de pósters y camisetas para la eternidad gracias a una biografía marcada por sus subidas plagadas de éxitos inigualables y de caídas incontables hasta el infierno.
Su actuación en el Mundial de México 1986 encumbró a “El Pelusa” hacia los cielos en un país que desde que alzó la copa más importante del planeta en el Estadio Azteca decidió convertir a Maradona en un héroe. Y es que, el astro argentino pasó de la pobreza de Villa Fiorito a protagonizar los momentos más importantes de la historia del fútbol argentino y mundial.
Un antes y un después
Su adiós marcará un antes y un después de un pueblo que no podrá olvidar a una figura que comenzó a golpear un balón en la periferia de Buenos Aires.
Nacido un 30 de octubre de 1960 en una familia humilde, Maradona hizo del fútbol una obsesión con la que consiguió salir de Villa Fiorito después de forjarse en equipos como el Infantil de Estrella Roja y el Cebollitas. Con 11 años, pasó a las categorías inferiores de Argentinos Juniors para debutar en el primer equipo en octubre 20 del 76.
Esa fecha, con 16 años, comenzó su leyenda , que pronto vivió su primer disgusto y su primera polémica tras no ser citado por César Luis Menotti para el Mundial de Argentina 1978.
Maradona, en la prelista, no jugó un campeonato que encumbró a Mario Alberto Kempes y que no pudo ver al joven que deslumbraba en Argentinos Juniors participar en la gesta de un país que vibró con el primer Mundial que ganó Argentina en su historia.
Su máximo disgusto
El disgusto, mayúsculo para “el Pelusa”, siempre quedó grabado en su memoria.
Ni siquiera el Mundial sub-20 que lideró en Japón en 1979 y del que fue el máximo goleador hasta dar el título a su selección, alivió el enfado de un chaval que cambio de aires en 1981 para fichar por Boca Juniors, club en el que ganó la Liga ese año como anticipo del segundo reto, Mundial España 1982.
Atrás quedaron momentos grandiosos en Argentinos Juniors, como los 4 goles que marcó al portero Hugo Gatti para cumplir la promesa que le hizo a una figura clave esos días, su representante Jorge Cyterszpiller. Así contestó a unas declaraciones de “Loco”, que antes del duelo dijo inflando a Maradona.
Mundial de España
De Boca saltó al Mundial de España y ahí vivió su segunda decepción. Argentina llegó a la segunda fase de grupos y Maradona acabó desquiciado por el defensa italiano Claudio Gentile, que hizo uno de los marcajes más recordados de la historia del fútbol.
Cruzó el atlántico
Sin conseguir su sueño mundialista, Maradona cambió de aires y cruzó el charco para jugar en Europa. Su destino, el Barcelona, fue un efímero sueño tras pagar 1,200 millones de las antiguas pesetas.
Las lesiones, sobre todo aquella producida por la famosa entrada de Andoni Goicoetxea, y las trifulcas de esa final ante el Athletic de 1984, eclipsaron las múltiples filigranas de un hombre que rendió al Santiago Bernabéu con un gol para el recuerdo. Él dirigió al éxito a dos equipos que no habrían sido nada sin Maradona.
Sus dos Ligas en el Nápoles (1987 y 1990), inéditas y únicas en un equipo del sur, crearon una religión maradoniana que adoptaría Argentina en 1986 tras el éxito de México, donde se consagró.
Ese campeonato simbolizó a la perfección lo que era Maradona: genio con aquel gol a Inglaterra inmortal en la narración de Víctor Hugo Morales y demonio en la “mano de Dios” en el mismo encuentro.
Su principal enemigo
— Aidicto a las drogas
Maradona reconoció que en Barcelona inició su coqueteo con las drogas, su condena eterna, la que provocó sus altibajos en el Nápoles, su siguiente destino entre 1984 y 1990, y por Mundial de México.
*Por Juan José Lahuerta