Maquillando el modelo

Maquillando el modelo

Maquillando el modelo

José M. Félix

Antes de la toma de posesión del presidente Medina, publiqué un artículo con el título de ‘’El Histórico momento de Danilo Medina« (eldia.com.do 2012) y allí  imaginábamos, no sin cierto resquemor debo admitir, a un Presidente, que en el sentir de las mayorías, iniciaría las transformaciones estructurales que la sociedad dominicana anhelaba históricamente se produjesen, decíamos en esa ocasión: ´´Le ha tocado a Danilo Medina la histórica misión de empezar a desmontar la larga noche del Estado neoliberal y empezar a construir el Estado de bienestar en el país«.

Sin embargo el gobierno de Danilo Medina, no se ha atrevido a tocar, ni con el pétalo de una rosa, el modelo económico neoliberal que a todas luces sigue provocando pobreza, desigualdad social, enajenación del patrimonio público, escasa generación de empleo formal y bajos salarios, además de explotación despiadada de nuestros recursos naturales, déficit y endeudamiento público. Modelo que el partido en el poder contribuyo en construir.

Así vemos como siguen intactos, y en algunos casos más bien profundizados, los factores que han provocado la más rampante inequidad social en el país.

Es inconcebible que aun persista la aberración económica que se produce dentro de la mal llamada seguridad social, en la que el capital financiero se está tragando los beneficios que deberían de pertenecer a los trabajadores y a la sociedad en general.  

Es un esquema insostenible que solo traerá perdidas a las grandes mayorías, como actualmente se verifica con las pensiones chilenas, donde luego de 33 años de vigencia del sistema de capitalización individual, las pensiones que obtendrán los trabajadores no alcanzaran a cubrir ni siquiera el costo de la canasta alimenticia.

Todo mundo se pregunta si aquí tendremos que esperar 30 años para darnos cuenta de ese fraude.

Esta al punto de aprobarse una reforma laboral auténticamente neoliberal, propuesta por los empresarios, que busca la precarización del trabajo y el despojo de las conquistas más importantes de los trabajadores dominicanos, como lo son la ayuda por cesantía y las garantías laborales de que disfrutan  las trabajadoras embarazadas, entre otras.  Esto parece formar parte de los compromisos contraídos en la campaña política.

Para combatir la pobreza hay que reducir la desigualdad social, pero al parecer la captura política por parte de las elites económicas, previene toda posibilidad de modificación de los esquemas legales que el fundamentalismo de mercado ha logrado construir en nuestro país.

En aquella ocasión escribíamos: ‘’Para recuperar al Estado redistributivo se hace necesario la aplicación de medidas de índole fiscal que reviertan el carácter regresivo que actualmente tiene, por una política fiscal de índole progresiva, es decir, a mayor nivel de ingresos una mayor tasa de impuestos». En cambio lo que hemos visto con la reforma tributaria, con que se estrenó este gobierno, está muy apartado de esta propuesta y veremos después que lo que posiblemente resultará del llamado pacto fiscal, será también un reflejo del grado de cooptación de nuestros gobernantes por parte de los grupos de  intereses.

Las privatizaciones, otro icono neoliberal, que tuvieron su mayor apogeo en la década de los 90s, continúan en la actualidad siendo parte de la política económica de este gobierno, siguen constituyendo en la mayoría de los casos, una graciosa transferencia de recursos del pueblo a grupos empresariales, como son los casos de los puertos y aeropuertos, el caso de la construcción de carreteras, de los hoteles del estado, la seguridad social, del cobro del agua en Sto. Dgo., del grueso de los contratos de generación eléctrica, etc., la mayor parte de las cuales no son imputables a este gobierno pero que en todo caso tampoco ha iniciado acciones tendentes a revisar la conveniencia o no de estas concesiones en aras del interés colectivo.

Las privatizaciones contribuyen a una mayor concentración del ingreso y por tanto a un aumento de la desigualdad social. Pero al mismo tiempo conducen a socavar los ingresos del Estado con todas las consecuencias que este hecho implica.  En Bolivia una revisión de los contratos del gobierno con las petroleras privadas condujo a que la participación del estado en los ingresos de la industria  más que se triplicaran, sin que se produjese una estampida de las inversiones privadas.

Los acuerdos comerciales tipo TLC, como el DR-CAFTA, continúan gravitando negativamente contra el sector productivo nacional (manufactura, agropecuaria…) mientras le seguimos dando la espalda a los esquemas regionales de integración (ALBA, MERCOSUR, UNASUR, CELAC…) así como a la cooperación (inversiones, transferencia tecnología y científica) de China, Vietnam, Rusia etc., y hasta de la solidaridad de países como Cuba en materia de salud y educación. Solo en Brasil, por ejemplo, hay 15,000 médicos cubanos diseminados por todo el territorio brasileño, incluyendo (sobretodo) las zonas selváticas y las famosas favelas.

Como vemos, las bases del modelo neoliberal siguen sin ser tocadas,  aunque dentro de su nuevo estilo de gobernar, el presidente Medina exhiba elementos innovadores para la tradición gobernante en el país.

Más que un intento por desinstalar el modelo neoliberal (nunca expresado por el gobierno) es una manera de mejorarlo y modernizarlo y ponerlo a la altura de las nuevas demandas sociales como la aplicación del 4% del PBI a la educación, las ayudas financieras (de manera no muy institucional) a  grupos de productores agropecuarios, y una mayor democratización en el otorgamiento de obras, entre otras políticas menos importantes.

Cambiar algo para que todo siga igual es lo que se persigue con estas políticas, medidas cosméticas que apuntan más a «maquillar’’ el modelo, que a producir verdaderos cambios que alteren la relación  capital-trabajo, existente en la economía, a favor de la gran mayoría de los trabajadores y trabajadoras de nuestro país.