Existe un libro que reposa en todas y cada una de las mesas de noche de los políticos en República Dominicana. Como si se tratara de la biblia para un religioso, el texto es de lectura y consulta permanentes. Se publicó en 1998 y, desde entonces, no ha dejado de reeditarse.
Por su calidad didáctica, este libro parece que disfruta de una generalizada preferencia entre muchas personas.
No es para menos. Cada capítulo nos sirve una anécdota cuyo propósito es ilustrar al lector acerca de cómo determinado comportamiento nuestro posee su equivalente en la sabia naturaleza.
Una tormenta se define como un ventarrón cuyo proceder no puede prevenirse con exactitud. “Repentinos cambios barométricos, inexplicables cambios en la dirección y en la velocidad. No hay defensa posible. Un ciclón siempre siembra terror y confusión”.
Para lograr nuestros particulares propósitos, se nos aconseja actuar de forma impredecible. “Si usted modifica sus esquemas día a día, causará una conmoción a su alrededor y estimulará el interés de los demás. La gente hablará de usted, le atribuirá motivos y buscará explicaciones que no tienen nada que ver con la verdad, pero que harán que usted esté constantemente presente en los pensamientos de los demás”.
“Si usted se siente superado por la mayoría o acorralado, realice una serie de jugadas impredecibles. Sus enemigos quedarán tan confundidos que retrocederán o cometerán serios errores tácticos”, expresa.
“El ser humano es hijo del hábito y tiene una necesidad insaciable de sentirse familiarizado con las actitudes de quienes lo rodean.
Si se muestra predecible, confiere a los demás la sensación de tener cierto control sobre usted”, otra enseñanza.
“Mantenga el suspenso y maneje el arte de lo impredecible”. Porque “las actitudes que en apariencia carecen de coherencia o propósito desconcertarán a los demás, que se agotarán tratando de explicarse sus movimientos y actuaciones”.
Esta conducta crea “una cortina de humo, una fachada cómoda detrás de la cual usted puede llevar a cabo un accionar engañoso”.
Los autores recomiendan, no obstante, “ser prudentes” porque, si usted se extralimita, puede provocar “que los demás se sientan intimidados o aterrorizados”. Se corre el riesgo de crear un ambiente delicado y riesgoso tanto para usted mismo como para los demás.
Anotemos algunos resultados al respecto.
El pasado 13 de julio, Leonel Castellanos, quien es presidente de la Asociación Nacional de Empresas e Industriales de Herrera, se quejó de que la actual “incertidumbre” que existe en el plano político ha provocado una significativa disminución en el ritmo del crecimiento económico.
“Estamos enviando una mala señal a la sociedad y al mundo”, dijo. “Aspiramos a tener una clase política más madura y estabilidad política. Hay temas pendientes que se están descuidando como son las reformas estructurales que requieren los sectores productivo y empresarial”.
Manuel Ortiz, presidente de la Federación Nacional de Comerciantes de República Dominicana, advirtió que el comercio minorista se siente amenazado “por la incertidumbre que generan los conflictos políticos”.
Disminuye el circulante, se incrementan los apagones y las ventas han caído entre un 24 y un 30 por ciento. El debate político “causa efectos negativos en la sociedad, en la producción, en el comercio.
La clase política debe mostrar madurez”.
Saúl Abreu, director ejecutivo de la Asociación para el desarrollo de Santiago, demandó que se concentren energías y esfuerzos en buscar soluciones a los problemas del país, avanzar hacia el desarrollo, el cese de la delincuencia y la impunidad, y la mejoría en los servicios energéticos, agua potable, fuentes de empleo y mayores controles migratorios…
El consejo es proceder con prudencia. Siempre…