Me alegró la condena del político Leonardo Faña por difamar e injuriar a José Ramón Peralta, exitoso empresario quien desde 2012 es ministro Administrativo de la Presidencia.
El difamador había injuriado a Peralta acusándolo de dirigir una mafia de importación de habichuelas y supuesto enriquecimiento ilícito.
Demostrado en la Novena Sala Penal del Distrito Nacional el carácter mentiroso de la imputación sin base, por su maña Faña deberá pagar medio millón de pesos a su víctima, quien ha dicho que donará esa suma a escuelas de Agronomía.
Esta sentencia, sin embargo, queda coja por el criterio del Tribunal Constitucional de que no deben aplicarse condenas penales por difamación e injuria, una aberración, dado que ninguna honra o reputación puede tener el precio de una multa o pena pecuniaria, dejando impune penalmente al culpable.
Conviene adecentar la política y al periodismo mediante condenaciones judiciales para quienes comúnmente enlodan infundadamente prestigios y reputaciones.
Combatamos la funesta impunidad de quienes atacan ese bien jurídico tan invaluable que es el buen nombre. ¡Es mala maña!