Mamá Tingó: mujer, machete y coraje

Mamá Tingó: mujer, machete y coraje

Mamá Tingó: mujer, machete y coraje

Santo  Domingo.- De piel  morena, nariz ancha,  ojos grandes y un pañuelo que cubría  el cabello crespo de una mujer que no tenía miedo a los tiros ni a las amenazas.  Con un machete en sus manos  Mamá Tingó se convirtió en  una líder  dominicana destacada por defender los derechos del campesino.

Fue una luchadora que murió defendiendo el derecho de los campesinos víctimas del despojo injustificado de tierras allá en Hato Viejo, Yamasá, durante el segundo gobierno de  Joaquín Balaguer.

Su nombre era  Florinda Soriano Muñoz, nació el  ocho  de noviembre en Villa Mella en 1921,  fue una activista  y defensora de los derechos del campesino en República Dominicana. Formó parte de la Federación de Ligas Agrarias Cristianas(FEDELAC), a través de la cual luchó por el derecho de los campesinos a la tierra, consiguió que más de 300 familias obtuvieran sus tierras.

Era  hija de la señora Eusebia Soriano, fue bautizada en la Parroquia Espíritu Santo en el año 1922 y contrajo matrimonio a la edad de 30 años con el campesino llamado Felipe.

Trabajó sus tierras durante décadas junto a su esposo y más tarde un terrateniente reclamó las tierras, aunque era analfabeta eso no la limitó, sino que luchó por los desposeídos.

A principios de 1974, el terrateniente Pablo Díaz Hernández reclamó las tierras que ocupaban desde hace más de medio siglo los campesinos de Hato Viejo. Díaz Hernández alegaba que había comprado las tierras. Mamá Tingó que pertenecía a la Federación de Ligas Agrarias Cristianas encabezó la lucha en beneficios de los campesinos de Hato Viejo que consideraban suyas por haberla ocupado y trabajado durante más de medio siglo, a pesar de su avanzada edad, participó con calor en la dirección de las movilizaciones realizadas por los campesinos.

El terrateniente Pablo Díaz Hernández cercó con alambres de púas más de 8,000 tareas de tierras y con tractores arrancó la cosecha de los campesinos.

El 1 de noviembre de 1974, los campesinos de Hato Viejo se presentaron ante el Tribunal de Monte Plata donde se conocía el caso, pero el terrateniente Pablo Díaz no asistió a la audiencia. Al regreso de Mamá Tingó a su finca se encontró con la información de que el capataz Ernesto Díaz (Durín), empleado del terrateniente había soltado a los cerdos de Mamá Tingó. Ella fue a amarrarlos, pero el capataz permanecía escondido en el lugar y aprovechó el momento y le disparó con una escopeta. Mamá Tingó intentó defenderse con un machete, pero dos disparos, uno en la cabeza y uno en el pecho la dejaron sin vida a sus 52 años.  Así mataron a Mamá Tingó,  quien desde entonces se convirtió en un símbolo de la lucha de los campesinos sin tierra.



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