Mamá Ninón

Mamá Ninón

Mamá Ninón

Wilfredo Mora

Mamá Ninón es una mujer sencilla, humilde, de un gran corazón. Su afán por los encarcelados de nuestro país revela en su rostro un aura de desasosiego y profunda preocupación.

Una mujer jovial –a pesar de sus años–, esbelta y de buena estatura; rubicunda y de ojos castaños, con frecuencia está vestida de mallorquín celeste; ha recorrido miles de kilómetros, llevando el pan, vestidos y medicinas a los presos enfermos y los más necesitados.

Oriunda de La Vega, su vida ha transcurrido en la iglesia; su verdadero nombre es Graciela Gratereaux de Díaz (al nacer su madre leía una novela sobre Ninón de Lenclos, en referencia a Ana de Lenclos, la cortesana más famosa del siglo XVII). Hoy día, no hay un solo recluso que no la conozca y la quiera.

En la Renovación de los Encarcelados (REEN) su labor comenzó en febrero del año de 1973. Fue un domingo en la cárcel de La Victoria. Todavía había presos políticos.

Entre las primeras impresiones de la cárcel de ese primer contacto, recuerda: “Estando en el patio de la cárcel, recuerdo a hombres semidesnudos, sucios, hediondos.

Era una cosa espantosa. Fui al patio y saqué un dinerito para dárselo, y ellos cuando me vieron, todos cayeron encima de mí, semidesnudos; yo extendí las manos para que lo cogieran, y me lo arrebataron…, hasta que el padre se puso inquieto y llamó vociferando: “!que la matan!, ¡que la matan!”.

La meta es la de evangelizar a los presos; llegar a ellos, que conozcan que son seres humanos, que hay alguien que los quiere, porque hay entre ellos que no tienen a nadie, porque creen que nadie los quiere, que los desprecian por ser la escoria, pero ellos saben que “nosotros” sí los queremos.

En principio eran pocas, hoy son más de 400 los que componen la organización. Le ha acompañado siempre la mística de servirle al Señor. Pero la Justicia tiene que cambiar, hay muchas cosas que son increíbles. En nuestros país, producto de esas redadas –un sistema que está mejorando– llegan un día a ser reclusos.

Con la institución misma (DGP) han tenido muchas dificultades, pero gracias a Dios se ha ido comprendiendo que la materia carcelaria es muy importante para todos.

Esa es mamá Ninón, la que lleva primero a los presos en sus oraciones.

“Le pido al Señor por todos los presos del mundo. Hay un misterio en el Rosario que es la flagelación de Jesús, cuando él fue preso y luego azotado.

Yo he hecho eso tan mío, para ellos, que le pido al Señor en mis oraciones, en esta forma: “Señor Jesús, tú fuiste azotado siendo inocente; tú no tenía nada que pagar, porque tú eres hijo de Dios, limpio, puro; ellos en cambio, son pecadores, delincuentes, pero la misericordia de Jesús es grande. Y yo confío en la misericordia de Dios”.

El grupo de Ninón puede desaparecer, según le dijo una vez a monseñor Curioni y a monseñor Fabio Fabré: “Yo podía morirme ese mismo día, pero no la Pastoral Penitenciaria, de manera que nos satisface que el trabajo en favor de los encarcelados no va a desbaratarse”.



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