No sé si en el idioma castellano puro existe la palabra “malvenido” como lo contrario de “bienvenido”, pero sea como sea, le decimos al señor Almagro, secretario general de la OEA: Malvenido sea.
Aunque el motivo de su visita al país esta vez no guarda relación con su infeliz actuación en el caso de la regularización de los migrantes extranjeros sin sus “papeles” en orden, de acuerdo con las leyes dominicanas, siempre queda un mal sabor muy difícil de borrar.
Espero que, a pesar de todo, el señor Almagro haga magia con su experiencia diplomática para borrar aquel mal paso y ganarse la comprensión de este generoso pueblo dominicano.