Cuando Balaguer popularizó la frase “si quieres saber quién es Mundito, dale un mandito”, no se refería sólo al camaleónico trastrueque para peor de la persona investida de algún cargo o autoridad.
El poder puede también revelar cambios sugerentes (¡casi virtuosos!) en políticos habilidosos que, con suficientes recursos a su disposición, pasan de ser notorios lobos feroces a venderse como ejemplares guardianes de la moral pública, la legalidad y la decencia.
No importa que para ello uno califique por televisión como HDGP a los imputados por el escandaloso dolo en Senasa, que si fue por quince mil millones de pesos triplica los admitidos sobornos de Odebrecht.
Ese exabrupto calculado es un pobre sucedáneo del tremendo San Antonio pendiente por boca de quien lo nombró. Esto agravado porque el robo fue a expensas de la salud de los más pobres.
Si en vez de casi setenta años mi edad fuera similar a la de los seguidores de Alofoke, o si careciera de los escrúpulos de una formación hogareña adecuada y alguna instrucción, sin dudas mi candidato para 2028 sería Guido. Pero es quizás un tortol del destino que la memoria todavía funciona, sin las lagunas de quienes son muy jóvenes o padecen un naesnaísmo iconoclasta y revolucionario.
Me mortifica que el criterio para rescatar de su largo ostracismo político al presidente del Indotel fue similar al que designó al defenestrado jefe de Senasa, así como a los demás funcionarios y altísimos dirigentes del PRM que deben explicar, si realmente el robo fue para financiar sus campañas del 2024, dónde fue a parar tanto dinero.
Apostar al olvido es mal negocio, especialmente cuando desmontarse del tigre feroz que es el poder tiene fecha cercana. Acariciar y alimentar fieras, hasta con atributos como Balaguer, es un peligro potencialmente catastrófico. Una real pena…
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