Mala cosa esta, que lo cojan a uno asando batatas

La batata es un tubérculo sabroso que hace la delicia de cualquiera en casa o en carretera, en fritura, hervido o en jalea —un dulce este último que sólo encuentra competencia con el majarete entre las grandes invenciones de la pobreza dominicana— que muchos lo comen a cualquier hora del día, pero que yo prefiero desde el amanecer hasta las 2:00 de la tarde por los riesgos que acompañan su ingesta en estos tiempos de acomodamiento o vida sedentaria en todos los estratos sociales.
El riesgo que acompaña el comerla a cualquier hora y en abundancia tiene que ver con su alta carga de azúcar. Pero no es el único.
Debo escribir aquí que no todo es grato en relación con este tubérculo. Que lo cojan a uno asando batatas, por ejemplo, es comprometido.
Implica estar desprevenido del riesgo en que se encuentra en relación con otros o con un suceso, que puede ser de la vida política, la comunidad o de la naturaleza. Del huracán David, para poner un ejemplo todavía vivo en la memoria de muchos, se suponía que iba a pegar en la península de Barahona, pero bajó su velocidad de traslación casi a cero cuando estaba frente a la Capital y giró hacia el norte.
Con aquel giro cogió a muchos capitalinos, sancristobalenses y banilejos asando batatas la tarde del 31 de agosto de 1979.
Otro hecho notable, el de Banínter, cogió asando batatas al gobierno, a los banqueros y a la población.
Pero, ¿por qué asando batatas y no plátanos o maíz?
Como lo cuenta Gregorio Luperón en Notas autobiográficas y apuntes históricos sobre la República Dominicana, segundo tomo, si recuerdo bien una lectura de hace más de 40 años, una guerrilla —¿acaso de los hermanos Ogando?— que operaba contra el gobierno de Buenaventura Báez en las vecindades de Neiba, fue sorprendida por fuerzas del gobierno.
El cabo, o el sargento, que informó sobre el hecho al retornar a su base dijo que los habían sorprendido mientras estaban asando batatas y esta expresión se extendió desde entonces hasta instalarse en el refranero dominicano.
La inclusión del relato en las notas atribuidas a Luperón, publicadas a partir de 1895, terminó de integrar la anécdota a la sabiduría popular que podemos resumir así: mala cosa es descuidarse y que lo encuentren a uno asando batatas. O como si dijéramos, con los pantalones en los tobillos.
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