Cuando se habla de magia, nosotros como seres humanos comunes tendemos a verlo como algo lejano, artificial quizás o de mundos oscuros, hechicería u otra tendencia fantástica. El mago parte de la ilusión y lo irreal se convierte en real.
A veces olvidamos que también somos creadores de nuestra realidad. Somos magos. Obramos milagros y destruimos también sin pestañar.
Magos negros, cuando apagamos sueños, destruimos voluntades, especulamos, condenamos y calificamos inmisericordemente desde nosotros mismos hasta a todo ser donde haya presencia de vida.
Magos blancos cuando el amor es el principio y fin, ayudamos, servimos, alentamos, acompañamos en procesos difíciles, elevamos plegarias y obramos y dejamos obrar en libertad a todo ser donde haya presencia de vida, empezando por nosotros.
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