Magia vs. Razón

Magia vs. Razón

Magia vs. Razón

David Álvarez Martín

La sociedad dominicana es domesticada para que sea pasiva, ignorante y dependiente del poder (político, económico, ideológico). Esta perversa gestión social produce una minoría a la que se le adjudica las potestades para brindar comida, un puesto de trabajo, el poder transitar libremente, servir de enlace con deidades y autoridades públicas, simbolizar la patria y la autoridad, tener la legitimidad de la riqueza y decidir la vida, enfermedad o muerte de los más pobres. Frente a esa minoría está la mayoría, como ganado realengo, despreciado en sus expresiones sociales y culturales, pasible de ser apresado, golpeado, humillado y marginado sin reclamo alguno, con una vida precaria, deseoso de largarse de este infierno. Y precisamente esta pandemia ha develando dramáticamente esta situación.

La relación de esa mayoría con su entorno material y social es forzada siempre a convertirla en un acto de magia. Estar bien alimentado, tener salud, un techo digno, ser libre en todos los aspectos, cultivar convicciones propias, nunca son el resultado de su razón y su esfuerzo, siempre está mediado por algún chamán cuya voluntad suspende los derechos naturales de los más empobrecidos y los administra para ganar poder, riqueza o prestigio social.

El estímulo mágico para solicitar milagros y bendiciones, para que un candidato o funcionario público le brinde comida o medicinas, temor a ser sorprendido fuera de casa con el toque de queda o la pasividad frente al gobierno que decida cuándo volverá al trabajo, oculta lo fundamental, esconde lo real.

Nadie pregunta por los miles de millones robados al pueblo dominicano que serviría para su bienestar, por los hospitales desabastecidos y cerrados por años cuando descubrimos que se podía montar uno provisional en días, por el endeudamiento, ahora necesario, pero que desborda el acumulado para sostener la corrupción, por los apagones que siguen a pesar de la inversión inmensa en la planta contaminante de Baní, por los ausentes procesamientos judiciales a quienes han robado mediante ventas al Estado, y todas las formas de humillación a que es sometido el pueblo cada día. La magia sirve para ocultar la razón, la farsa esconde la injusticia, la codicia se burla de la solidaridad.

La emancipación de nuestro pueblo pasa por la razón y la ciencia, por la democracia y la destrucción de los ídolos, por la construcción de organizaciones que tomen el control del entorno material y social de sus comunidades.



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