‘Maestros y padres tienen que integrarse’

‘Maestros y padres tienen que integrarse’

‘Maestros y padres tienen que integrarse’

Santo Domingo.-Los maestros, por su naturaleza, tienen muchas historias para contar. Entre ellas hay una que le marca la vida, al punto que de solo pensar en ella se le llenan los ojos de lágrimas.

María Teresa Cabrera, con tan solo 19 años de edad, empezó a dar clases en una escuela rural de la comunidad de Sabaneta, en la provincia La Vega.

En su primer año escolar como maestra del primero de la primaria le tocó un curso con 59 alumnos. Pocos meses después de iniciada la docencia observó que una de sus estudiantes se estaba quedando muy rezagada. Un día la niña empezó a llorar sin parar porque tenía un dolor estomacal.

Cuando le preguntó a la niña si había comido antes de ir a la escuela esta le respondió que no. María Teresa Cabrera supuso que la niña no había comido porque se le hizo tarde para ir a la escuela, pero cuando indagó más pudo comprobar que era que en su casa no tenían dinero para cocinar todos los días.

“Eso me marcó”, manifiesta Cabrera. Relata que asumió ese caso en particular y ayudó a la niña llevándola al hospital para desparasitarla y hasta compartía su comida diaria con ella.

Sin embargo, indica que eso le hizo ver una problemática más global y que hoy día marca su compromiso con la educación y el desarrollo integral de la gente.

Ese hecho la marcó, al punto de estar convencida, sin tener que hacer un estudio científico, de que la falta de alimentación, una nutrición adecuada, un ambiente que le proteja, pueden impedir que un niño aprenda.

Desde ese entonces siempre ha sido abanderada de crear esas condiciones de reivindicar al maestro para que este pueda conocer la situación extra escuela de los niños.

Buena estudiante

María Teresa Cabrera modeló su amor por las aulas desde cuando era estudiante. Recuerda que concluyó la primaria siendo muy niña y su padre no le permitía viajar a otro pueblo donde podía continuar. Señala que tuvo que hacer el séptimo y el octavo curso en las Escuelas Radiofónicas “Santa María”. Pero el problema se replicó al pasar al bachillerato.

El suyo era un padre sobreprotector y no quería que su hija, una adolescente, hiciera esos viajes diarios, pero se las ingenió para vencer las objeciones de su padre y continuar sus estudios. Incluso le decía a su padre que si ella no se graduaba entonces no se casaría.

Esas experiencias le han servido de base para comprender que la inversión en educación es algo integral: tener más y mejores instalaciones, crear las condiciones adecuadas para que el alumno pueda tener un mejor rendimiento en el aula y facilitarle al maestro las herramientas adecuadas para que este pueda dar una atención al alumno que vaya más allá de lo evidente.

Integración de los padres

En ese contexto, María Teresa Cabrera aboga por la integración de los maestros a la comunidad, que sean parte del liderazgo social para enfrentar los problemas comunes, pero que también los padres sean parte activa de la escuela.

Recuerda que como maestra rural se involucraba en las acciones sociales, incluyendo algunas que terminaban en protestas y con la intervención de policías y militares.

Indica que desde joven, a través de clubes culturales, hacía protestas en reclamo de los servicios.

Critica que durante muchos años las autoridades han fomentado enfrentamientos entre padres y maestros y que además desde el gremio magisterial no se han dado los pasos para romper con eso, para promover una mayor interacción.

“Los padres no pueden estar ajenos a lo que ocurre en la escuela, pero los maestros no pueden ser apáticos con lo que ocurre en las comunidades donde viven sus alumnos”, manifiesta la educadora.

María Teresa Cabrera recuerda con orgullo que en su gestión empezó a recoger un millón de firmas para que se cumpliera con la ley que ordena el 4 % del Producto Interno Bruto para Educación.

Jamás pensó que esa acción desembocara en una movilización de casi toda la sociedad. Indica que esos recursos son el punto de partida para abordar las barreras que históricamente ha tenido nuestro modelo educativo.