José Báez Guerrero
Hay consenso entre la opinión pública pensante de que ninguna reforma, constitucional, fiscal, laboral o de seguridad social, es más importante que arreglar la instrucción pública.
Con las EDE, es la canana más diagnosticada y que mayores recursos públicos recibe, con resultados catastróficamente vergonzosos.
Esos lisios vienen desde hace décadas. Una amiga brillante busca un grupito de maestros con suficiente amor por la educación para accionar ante el Tribunal Constitucional contra los descuentos (algunos sin autorización) que el Ministerio de Educación hace a sus salarios, para regalar más de RD$70 millones mensuales a la ADP.
Este sindicato es, como lo fue SITRACODE en la CDE, la mayor retranca a cualquier intento de responsabilizar a estos empleados públicos por incumplir su trabajo, falta medible por los resultados de su pésima enseñanza. Ese dinero es la savia nutricia de ese gremio retrógrada.
Sólo los maestros poseen la calidad definida por el TC, como afectados directos, para esta liberadora acción legal.
El cuidador de un cacao en la finca de un tío mío decía (hablaba de perdices que yo cazaba): “¡el que busca halla!”. ¿Cómo va a ser que no aparezca un puñado de maestros heroicos? Sobran abogados para echar el pleito y ciudadanos para apoyar esa liberación.
