No siempre, pero a veces dice cosas que son ciertas. Desde luego que no todo lo que afirma Nicolás Maduro – que habla tanto- es verdadero o fácil de confirmar.
Por ejemplo, lo que le ocurrió con las “apariciones” de Chávez; una de ellas, como todos recuerdan, fue cuando su extinto jefe se le “ apareció” encarnado en un “pajarito chiquitico”.
Tampoco es fácil de comprobar si efectivamente el papa Francisco fue elegido a partir de una recomendación que Chávez le hizo a Dios.
El hecho de que el prelado argentino, protector de Cristina Kirchner, en su política demuestre una especie de agradecimiento con los gobernantes venezolanos ignorando prácticamente todo lo que ocurre en ese país, no constituye un testimonio de peso.
Más difíciles de determinar y probar, aún, son las múltiples denuncias de Maduro sobre conspiraciones, complots, golpes de Estado e intentos de asesinarlo.
Personalmente y viendo los sucesos hoy por hoy, me inclino más por creer lo del pajarito chiquitico y la gestión de Hugo por Bergoglio, que lo de los golpes de Estado.
Es que lo de los “complots” y “magnicidios” parece que solo se lo cree la Unasur y su secretario Ernesto Samper, quien en tiempo récord va camino a superar a José Miguel Insulza.
Y es precisamente respecto a la inefable Unasur que Maduro ha dicho una de sus verdades: “Gracias a Dios tenemos Unasur, (para) que nos proteja, nos acompañe, nos permita transitar estas batallas contra golpes de Estado, (e) imperialismos intervencionistas…”.
Es casi todo cierto lo que dice y quizás le faltó agregar que también lo protege y lo acompaña en materia de “recuentos de votos”, represión, asesinato de estudiantes, prisión de opositores políticos. Solo se equivoca en atribuirle el merito a Dios, puesto que la Unasur es un mecanismo de autoprotección y un seguro de permanencia en el poder invento y creación de sus propios miembros. Lo que dice Maduro lo confirma.
También dice verdad Maduro cuando agradece y expresa que “está bien, muy bien” y que “ es muy bueno el mensaje público de los gobiernos de España (Rajoy) y de Colombia (Santos) de apoyo a la democracia y al gobierno venezolano”.
Quizás ha mermado un poco el apoyo español, parejo con la baja en el nivel de negocios entre ambos países, pero lo de Colombia es tal cual.
Y la última, algo fantasiosa a primera vista, resulta ser la que mejor refleja la realidad. No le erra Maduro cuando dice que cree que él “ ganaría las elecciones en España”. Según el heredero de Chávez ello se debería a que es la segunda o tercera noticia más importante en la península y que sale más que Rajoy “ en la prensa y la televisión española”.
Pero su afirmación tiene un mejor respaldo, que es Podemos el nuevo partido político español que puntea en las encuestas.
Los líderes de Podemos fueron empleados por Chávez, trabajaron para el gobierno bolivariano, fueron sus asesores y promotores del “socialismo del siglo XXI” durante tiempo, han sido financiados por el chavismo. Podemos y Chávez (hoy Maduro ) un solo corazón, diría la tribuna.
Pablo Iglesias, el nuevo líder español, al igual que Chávez, son una consecuencia de la crisis y la corrupción política. De ahí emergen, en la desesperación, las necesidades y la bronca de la gente, con soluciones fáciles y milagrosas, que no reclaman ni tanto esfuerzo y mucho menos tanta austeridad y eso de apretarse el cinturón y ponerse a trabajar.
Pero por muy “ indignado” que se esté no es bueno echar en bolsillo roto otras verdades que también están ahí: que hace tiempo que se acabaron los “subsidios agrícolas” y que no es tan cierto que el petróleo arregla todo.
Puede que contando con grandes reservas de petróleo – y ojo que no es el caso de España- y con buenos precios ello te permita despilfarrar, repartir y comprar liderazgos- adentro y off shore-, por un rato. Pero nada es eterno como se ha visto con el “ socialismo del Siglo XXI y con Venezuela , en donde junto con la “ plata dulce”, se esta acabando con las libertades.
Y eso ya es algo muy cierto e innegable, aunque no lo diga Maduro, aunque incluso lo niegue y cuente en ello con el apoyo de la Unasur, de Santos y de Rajoy.