MOSCÚ.- El presidente de Francia, Emmanuel Macron, tenía previsto celebrar conversaciones el lunes en Moscú, en un intento de ayudar a desescalar la tensa situación en torno a Ucrania. La concentración de unos 100.000 militares rusos cerca de Ucrania ha alimentado el temor en Occidente a una posible ofensiva.
Rusia niega tener planes de atacar a su vecino, pero ha instado a Estados Unidos y sus aliados a vetar a Ucrania y otras naciones exsoviéticas de la OTAN, detener los despliegues de armas allí y retirar fuerzas de la OTAN de Europa Oriental.
Washington y la alianza atlántica han rechazado las demandas. Macron, que tenía previsto reunirse en el Kremlin con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, antes de visitar Ucrania el martes, dijo la semana pasada que su prioridad es “diálogo con Rusia y desescalada”.
Antes de viajar a Moscú, Macron habló por teléfono el domingo con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Hablaron sobre “los esfuerzos diplomáticos y disuasorios en marcha en respuesta al despliegue militar continuado ruso en las fronteras con Ucrania, y afirmaron su apoyo a la soberanía e integridad territorial de Ucrania”, según un comunicado de la Casa Blanca.
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Para continuar la diplomacia de alto nivel, el canciller de Alemania, Olaf Scholz, viajará a Kiev y Moscú el 14 y 15 de febrero.
Francia y Alemania ayudaron a mediar en 2015 un acuerdo de paz para el este de Ucrania, en un intento de poner fin a las hostilidades entre fuerzas ucranianas y separatistas con apoyo ruso iniciadas el año anterior, tras la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea
. El acuerdo firmado en la capital bielorrusa, Minsk, ayudó a frenar los combates a gran escala, pero los esfuerzos por alcanzar una solución política están paralizados y las escaramuzas frecuentes han continuado en el frente el corazón industrial de Ucrania, conocido como Donbás.
Los mandatarios de Rusia, Ucrania, Francia y Alemania se reunieron por última vez en París en diciembre de 2019 en una cumbre del llamado formato de Normandía, pero no lograron resolver las principales discrepancias.
En medio de las tensiones sobre el despliegue militar ruso, asesores presidenciales de los cuatro países se congregaron en París el 26 de enero, aunque no hicieron progresos visibles y acordaron reunirse de nuevo en Berlín dos semanas más tarde.
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, ha presionado para celebrar otra cumbre de Normandía a cuatro bandas, pero el Kremlin dijo que sólo tendría sentido organizar una reunión de jefes de gobierno si se acordaban los próximos pasos para dar un estatus especial a la zona rebelde en el este de Ucrania.
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Putin y los miembros de su gobierno han instado a Francia, Alemania y otros aliados occidentales a presionar a Ucrania para que cumpla sus obligaciones del acuerdo de 2015, que incluía una amplia autonomía para el este rebelde y una amnistía generalizada para los separatistas.
El acuerdo estipulaba que Ucrania no podría restaurar el control en su frontera con Rusia en zonas rebeldes hasta haber cumplido esas condiciones. Muchos ucranianos vieron el acuerdo de Minsk como una traición a los intereses nacionales, y su aplicación se ha estancado.
Las autoridades ucranianas han advertido en las últimas semanas a Occidente que no presione a Ucrania para implementar el acuerdo.
El secretario del Consejo Nacional de Seguridad Nacional y Defensa, Oleksiy Danilov, dijo la semana pasada a The Associated Press que cualquier intento de Ucrania de implementar el acuerdo de Minsk podría provocar disputas internas que beneficiarían a Moscú.
El ministro ucraniano de Exteriores, Dmytro Kuleba, señaló que Moscú quiere que las regiones rebeldes se reintegren a Ucrania para utilizarlas de modo que pueda boquear las aspiraciones prooccidentales del país, y prometió que “esto no va a ocurrir”.