Es de preverse que los tiempos por venir (y me refiero al ya vigente periodo de cuatro años del presidente Luis Abinader) serán un espacio de transformaciones cruciales para el pueblo y los dominicanos como nación.
De ahí que sea preciso alinearse en el orden de lo positivo y de las iniciativas y acciones orientadas hacia el progreso, la paz, la convivencia civilizada y la resolución de todas las taras que han retrasado nuestro tránsito hacia niveles superiores de vida.
Sin dudas, serán años de complejas confrontaciones entre los partidarios del progreso y del avance contra los que pretenden que las dificultades que nos aquejan sigan activas en la vida, tantas veces atribulada del dominicano.
Siguen vigentes graves problemas a los que es preciso dar la cara sin tregua.
Haití y los haitianos no dejan de ser una grave amenaza que en estos días han mostrado nueva vez sus garras. Pese a los esfuerzos anunciados el tráfico de ilegales no se detiene.
La presencia haitiana resulta un grave dolor de cabeza en un país que procura modernizarse y avanzar en lo relacionado con el turismo, la construcción, la agricultura, la salud, la industria, la educación y los servicios.
Los miles de haitianos usuarios de nuestros sistemas de salud y educación que costean los dominicanos, representan un gravísimo problema que es preciso resolver.
Los intereses y sectores nacionales que incursionan en este estado de cosas, agravan la situación debido al ascendiente histórico de quienes forman parte esencial de este entramado de conflictos y de negocios.
Hasta tanto el conglomerado social (gobierno, pueblo, instituciones, fuerzas vivas) no alcancen un acuerdo, esta situación irá de mal en peor y sus repercusiones negativas en la vida del dominicano escalará niveles de gravedad insospechados.
La cotidianidad del ciudadano se ha visto impactada por problemas como el caos en el tránsito, el descomunal alto costo de la vida, la delincuencia, el precio y la deficiente calidad del servicio.
Es preciso adicionar la grave situación en lo concerniente a la salud mental, la calidad de la enseñanza, la situación de la mujer y los feminicidios, el estado de la niñez, las reformas pendientes y los imperativos de un mundo cada vez más complicado.
La diversidad de nuestros males a resolver es tan amplia como inabarcable. “La infancia que sobrevive en las calles”, expone el editorial del Listín Diario del 14 de agosto.
“Admiten fallas en el sistema penitenciario”. “A un año de la explosión en San Cristóbal, aún quedan diez personas desaparecidas”.
“El caso de mujer que se lanzó al vacío con hija es investigado” (El Día). “Exhortan a fiscales a indagar de manera exhaustiva”. “Se registra casi un asalto por día en el curso del 2024”.
Sufrimos “el dolor de cabeza del inmigrante haitiano indocumentado”. “Experto urge ampliar pruebas de detección de la tuberculosis”. “La tendencia del petróleo es al alza”. “Crímenes de niñas sacuden a la sociedad”.
“Salud mental requiere más personal y camas”. “Ya son 34 mujeres las víctimas de feminicidios en el 2024” …
“Un año de prisión preventiva a madre por muerte de hija”.
“Grandes expectativas pesan sobre el nuevo gobierno” … un extenso rosario de dificultades urgentes al que es preciso enfrentar con toda energía para evitar males que se vislumbran cada vez más desafiantes.