Cuando las tinieblas se instalaron en ella pretendiendo sumergirla en la absoluta oscuridad, Francina irradió en cambio un luminoso haz de luz que envolvió en un manto de optimismo a todo lo que la rodea.
La conocí ayer. Esperaba encontrarme con una persona inconforme con la vida, triste y difícil de tratar. El destino le había deparado un episodio terrible cuando un salvaje urbano le quitó la visión de un balazo, dejándola en condición de invidente para todo el resto de su vida.
Desde el primer instante de tratarla me di cuenta de que estaba frente a un ser extraordinario, con condiciones de liderazgo, inteligente, dinámica y deseosa de hacer cosas positivas, para lo cual creó la Fundación que lleva su nombre.
Francina y su Fundación merecen el apoyo de todo aquel que sienta satisfacción al saber con seguridad que su soporte será bien empleado.
La envidio. Quisiera tener su templanza, su bondad, su determinación, su fortaleza, sus ideales. Quisiera tener el don, como ella, de arrojar luz en la oscuridad.